La religión
en Cuba
María Elena Rodríguez
LA HABANA, abril - Tendría que preguntarle a Antoine de Saint-Exupery
si, tal vez, me haya sido concedido el privilegio de ser una persona mayor que
recuerda que fue una niña. Y además, dar gracias a Dios por no
padecer de la enajenación mental y la doble moral impuesta con terror al
pueblo de Cuba por el régimen totalitario.
Aún está fresco en mi memoria cuando la amiga de mi madre, a
la entrada y a la salida de la iglesia, le decía invariablemente, muy
bajo y mirándonos: "Fíjate bien, Haydée, si no hay
nadie que nos conozca para que no tengan problemas en la escuela". Más
tarde en casa nos advertían: "No pueden decir que fuimos a la
iglesia", y mis "¿por qué?" nunca encontraron una
respuesta convincente.
Pasaron los años pero, como El Pequeño Príncipe, nunca
renuncié a mi pregunta. En el año 82, cuando el administrador del
banco del municipio capitalino Cotorro -más tarde apresado por robo-
intentó prohibirme que usara la medalla de la Caridad del Cobre, en la
discusión que se suscitó encontré la respuesta: "Represión".
Por decir la verdad, pero ¿por qué?"
Más tarde, en el verano del 90, siendo locutora de la emisora de
radio habanera COCOCMCK usaba un crucifijo al cuello, y un gran número de
colegas se me acercaron, discretamente, para convencerme de que al entrar en la
emisora me lo pusiera en la espalda, cubriéndolo, para que no corriera el
riesgo de perder el trabajo. Fue entonces que comprendí: "El miedo
es el origen de la doble moral, y en él radica el poder de la represión".
Con la caída del campo socialista entramos en el denominado Período
Especial, por lo que era necesario desarrollar el turismo, lo que causó
la apertura religiosa, pues los visitantes extranjeros se interesaban en
nuestras raíces culturales, en nuestro folclor, parte de nuestra
idiosincrasia religiosa. De esa forma, comenzó lentamente a imponerse y a
comercializarse la religión yoruba.
Por el alto grado de carencia y la falta de esperanza, la población
de La Habana, ya sin máscaras, se lanzó en oleadas en busca de
santeros, paleros, babalawos, espiritistas, cartománticas, magos y astrólogos,
los que hasta el momento ocultaban sus creencias o conocimientos, para no sufrir
persecución.
La década del 90 fue la década de los iyawo -iniciados en la
religión yoruba- y su presencia entre los transeúntes, desde niños
hasta ancianos, por las calles con su vestimenta totalmente blanca los convirtió
de personajes insólitos a cotidianos.
Al mismo tiempo, comenzaron a surgir tarimas de venta de objetos religiosos,
yerbas, palos y animales a precios muy elevados, los que se utilizan en disímiles
rituales, desde una simple limpieza casera hasta un costoso toque de santo.
Las cartománticas y los astrólogos también aumentaron
sus tarifas, dada la gran demanda de sus servicios, y desde 1993, las preguntas
constantes son: "¿Tengo marcado viaje al extranjero?", "¿Cree
que pueda casarme con un extranjero?", "¿Llegará la balsa
a Miami?"
En la actualidad apenas se ve algún iyawo por las calles capitalinas,
las tarimas ya no exhiben variedad ni calidad en sus objetos y yerbas, y la
afluencia de asistentes a consultas ha mermado notablemente, a pesar de la baja
de precios.
Al respecto, la población opina:
"Si no tengo cinco pesos para comer, ¿con qué voy a ir a
tirarme las cartas?" - Caridad, 54 años.
"Los santeros, los babalawos, en su gran mayoría se pasan el año
viajando, viven como reyes. Oiga, hacerse cualquier trabajo son ¡veinte dólares!
(420 pesos), y yo gano 231 pesos. Y hacerse santo, ¡ni hablar!" -
Osvaldo, 35 años.
"Yo ya no voy a ningún lugar a mirarme. ¿Para qué?
El viaje no sale por ningún lado, y ésa es la única solución
aquí" - Isabel, 35 años.
"La verdad es que yo no quisiera ni hablar de eso. Lo que está
pasando es más que una vergüenza. ¿Usted cree que a un
homosexual le hagan Changó? Eso termina en sangre. El mes pasado fui a un
cumpleaños de santo, a la Habana Vieja, y tenían un show de
travestis haciendo strip tease... ¡nada menos que Changó! Eso es una
falta de respeto, una falta de todo... con Changó no se juega. No digo yo
si vamos de mal en peor" - Pancho, 70 años.
Todo lo anterior, sumado a la visita de Su Santidad Juan Pablo II a La
Habana, ha traído como consecuencia que en estos momentos se observe en
la población cubana una fuerte emigración a iglesias católicas,
bautistas, evangelistas y pentecostales, fundamentalmente.
Las iglesias pertenecientes al Consejo Ecuménico de Cuba amplían
la cantidad de templos comprando casas deterioradas que reparan para estos
fines, y están controladas por el Departamento de la Seguridad del
Estado, lo cual queda demostrado con la expulsión de sus fieles en el
caso de detectarse que sean periodistas independientes o miembros de algún
movimiento opositor al gobierno del doctor Castro.
Entre tanto, los miembros de la cúpula gobernante continúan
inclinándose por el yoruba, la magia, la astrología, el yoga y
otras tendencias. Ellos sí pueden financiarse la confección de
talismanes para su protección, trabajos personales de astrología
especializada, vestir del color aconsejado en un período determinado,
recibir clases de yoga, asistir a su cartomántica, comprar libros de
ocultismo, y acudir a su babalawo para hacerse el trabajo que se requiera con el
objetivo de lograr la estabilidad o las mejoras que crean necesitar.
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