La goma de
la bicicleta
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, marzo - La bicicleta fue el remedio oficial propuesto a la caída
del servicio de transporte público hace diez años.
Aún hoy, transcurrido un decenio, sigue siendo un vehículo
necesario en la mayor parte del país.
Importada de China por cientos de miles, distribuida por los centros de
trabajo, la bicicleta constituyó un estímulo, según el
punto de vista oficial, para la población laboral cubana que no poseía
una "cultura del vehículo de dos ruedas".
Lo que pudo ser una solución -como muchas otras piedras del mismo
camino- se convirtió, con el paso del tiempo, en un problema. Accidentes,
politraumatizados, fallecimientos, provocó el uso del vehículo al
que tantos acudieron para paliar las dificultades que la transportación
oponía a quien desea llegar a algún lugar a justo tiempo.
Llegó a valer 1,500 pesos en el mercado negro en los inicios de los
90; mas hoy, depreciada en mucho, sirve solamente como dolor de cabeza a la
mayoría de sus usuarios.
Pues usted debe saber que como todo aparato mecánico, la bicicleta
necesita repuestos. Aquí, entonces, comenzó el desastre: ¿dónde
conseguir una goma de bicicleta?
En ciudades de provincia, una goma de bicicleta vale 200 pesos. Las gomas de
repuesto se adjudican por vía oficial como estímulo al trabajador
que posea una (¿para que siga pedaleando casi sin fuerzas hacia el
futuro?). Pero resulta que buróes y burócratas añadidos,
los vales de compra otorgados por la CTC vencen la fecha de compra y los stocks
de gomas en las tiendas se venden libremente a quien alcance a comprarlos.
Si usted viaja en tren por Cuba, seguramente encontrará alguien que
lleva uno o dos pares de gomas de bicicleta al hombro. Ellas son dinero
garantizado para el regreso a la capital.
Una amiga mía tuvo que ser operada del útero por
desprendimiento y, según le dijo el médico, deberá
olvidarse de la bicicleta. El Dr. Coué, médico y experto en
ciclismo, asegura que la práctica del ciclismo después de una
jornada de trabajo y, sin preparación previa, es dañina para la
salud humana.
"Estar por la goma" fue un refrán que hizo época
hace unos veinte años. Aplicado a algo o a alguien que hundiera el dedo
en la llaga o la produjera, significaba colocarse en equilibrio precario también.
"Esta situación está por la goma", afirmó un
señor de unos sesenta años, al referirse a los precios de los
productos del mercado agropecuario. Pero la respuesta de la vendedora fue
eficaz: "No mi viejo, si ya no hay ni gomas de bicicleta".
Sin embargo, la escasez de las gomas ha contribuido a alargar la vida de los
"poncheros".
Estos trabajadores por cuenta propia subsisten gracias a la necesidad de
reparar una y otra vez las gomas horadadas accidentalmente. Además, la
proliferación de los bicitaxis (el producto de la reconversión de
la bicicleta en los nuevos tiempos) les asegura la demanda de sus servicios.
Así, gracias a estos oficios alternativos, independientes, se mueve
una microeconomía a la que ningún gesto oficial de ayuda consuela
o mitiga sus dificultades para desarrollarse.
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