Vacaciones
al estilo comunista
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, julio - Ya transcurre la época de las vacaciones. Niños,
jóvenes y adultos esperan descansar de la rutina diaria y realizar los
planes que soñaron durante la mayor parte del año. Pero conocer
otro país, hospedarse en uno de los hoteles del propio, esquiar en alguna
montaña nevada, embarcarse en un crucero y otras actividades por el
estilo, pueden estar al alcance de cualquier persona menos para el común
de los cubanos.
En Cuba no se pueden hacer esos planes, no porque no haya montañas
heladas sino porque a los cubanos les está prohibido viajar y regresar a
su país por regulación del Ministerio del Interior. Tampoco pueden
hospedarse en los buenos hoteles existentes en la isla porque ese servicio se
paga en dólares y a los de acá el estado les paga en pesos.
Las vacaciones pudieran al menos significar reunión familiar y
felicidad en el hogar, pero ahí, precisamente, comienza la tragedia, pues
muchos estudiantes en régimen internado regresan a sus casas y con ellos
se agudiza el principal problema de la sociedad cubana: los alimentos.
Garantizar dos comidas al día (y de mala calidad) en Cuba es tan difícil
que linda con lo abstracto. Es por esto que muchas mujeres (generalmente a cargo
de procesar la alimentación familiar) suelen comentar: "Yo quisiera
que nunca llegue la temporada de vacaciones, porque no es fácil
'inventar' qué comer".
No obstante, algunas familias tienen la suerte de contar con ciertos fondos
y logran alquilar una casa en las playas del litoral habanero por una semana o más,
aunque tengan que comprar a cualquier precio los alimentos que consumirán
durante ese tiempo. La manera legal de alquilar una de esas viviendas es por
centro de trabajo y con el aval de haber mostrado actitud revolucionaria, o sea,
lealtad al gobierno, y reunir los consabidos méritos laborales.
Si el obrero es considerado vanguardia y tiene suerte le concederán
el derecho a hospedarse en una casa en la playa donde podrá contar con
algún avituallamiento a precio módico. Generalmente se trata de
servicio de sábanas y toallas limpias, así como una cuota de
alimentos consistente en dos gallinas, una caja de 24 botellas de cervezas,
cuatro libras de arroz, treinta onzas de frijoles, media libra de aceite
comestible, media de vinagre y si hay niños dos litros de leche en días
alternos. Todos estos productos son para una semana y, según cálculos
oficiales, suficientes para cuatro personas.
En cambio, el trabajador que no obtenga la condición de vanguardia
pero sí la de destacado será estimulado con una semana en una casa
en la playa, pero sin la cuota de vituallas.
La otra opción que le queda a los nacionales para "disfrutar"
de sus vacaciones es el "campismo popular", modalidad más
promovida por la propaganda gubernamental, pero insuficiente para la demanda
existente, y de pésima calidad.
Carteles exhibidos en varios puntos de la capital expresan que Cuba es el
primer país del mundo en generalizar el campismo como método de
vacacionar.
Para los cubanos de la isla, que no pueden salir de viaje libremente de su
país y tampoco vacacionar por falta de opciones, queda la propaganda política
del gobierno, según la cual todo marcha bien. Vivir normalmente como
cualquier persona está reservado no para los trabajadores vanguardias ni
para los destacados, sino para los que escapan de la perla del Caribe.
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