Mister Fariñas
Lázaro Raúl González, CPI
LA HABANA, julio - El 13 de julio último apareció en la página
de opinión del periódico Juventud Rebelde un comentario titulado "Negocios
estilo Miami". El escrito en cuestión era casi una minibiografía
del difunto Jorge Mas Canosa y fue escrito en Miami por el periodista,
denominado "cubano", Lázaro L. Fariñas.
Desde hace tiempo estoy preocupado por el camarada Fariñas -presumo
que prefiera el apelativo bolchevique a los seculares señor o mister- me
preocupa que cualquier día linchen a mi tocayo Lázaro, porque lo
que escribe sobre el exilio cubano hiede a miasmas, a puro fango podrido.
Y lo que me preocupa no es el hipercriticismo con que Fariñas mira a
la comunidad cubana en el exilio -o a una parte de ella- sino que lo que me
constriñe es que el ambiente prevaleciente en Miami sea de tanta
intolerancia que para poder vivir el compañero Fariñas tenga que
escribir sus artículos en la "enemiga" prensa oficialista del
gobierno de la isla. ¿O él tendrá allá algún "inventico"
del cual vivir? ¿Podrá Fariñas acceder a una plaza de
fregador de platos en el hotel de un capitalista aún siendo disidente de
aquel sistema? ¿Privarán a su hijo o a su nieto del derecho a
estudiar en la universidad como lo fue este reportero hace 20 años, por
no contar con una buena evaluación política?
Sin más rodeos debo decir la verdad. Si me preocupa la integridad de
mi colega por su actividad disidente es por experiencia propia. Aunque quizás
Fariñas no lo sepa, los que no estamos dispuestos a aplaudir la falta de
libertades, derechos y oportunidades bajo este régimen, y en cumplimiento
de un deber cívico lo denunciamos, estamos expuestos a sufrir un tapaboca
de la Seguridad del Estado, legitimado en un "imparcial" tribunal
popular, como le sucedió al doctor Oscar Elías Biscet y a
Vladimiro Roca Antúnez, ambos en prisión.
En esta carrera de disidentes es indudable que mi tocayo Lázaro nos
lleva ventajas a nosotros, los del "insilio". Los de aquí
disentimos bajo la represión eterna, por lo que cualquier comparación
sería innoble, incluso ofensiva.
Pero en beneficio del conocimiento de terceros, sería oportuno
recordar al periodista cubano residente en Miami Lázaro L. Fariñas
que esa ciudad está bajo jurisdicción del gobierno federal
americano, por lo que es extranjero allí, y a pesar de que su actividad
pudiera considerarse ponzoñosa como gestión pública de
agente del gobierno de la isla, él goza en tierra extraña de
privilegios que si los disidentes los tuvieran en la isla se sentirían en
democracia.
Claro, hace años que el camarada Fariñas no vive en Cuba y
fuera de sus esporádicas lunas de miel con el régimen no tiene
contacto con la realidad nacional. Probablemente crea que la realidad sea lo que
ve en las vitrinas que para incautos como él ha diseñado la
propaganda oficialista.
¿Por qué gasta su talento en enfocar la obra del difunto Mas
Canosa aplicándose tan puerilmente en medir los milímetros de
espesor que tiene una calle de Miami, si las calles de la patria están
despellejadas?
¿Si está en eterno vigor la Ley de Ajuste Americano, que
garantiza asilo en Cuba a cualquier ciudadano residente en los Estados Unidos,
por qué Fariñas no arma una balsa y regresa a la patria, que él
supone una especie de paraíso de tolerancia?
Según parece, donde mejor nada el tocayo Lázaro es fuera del
agua, o en piscina climatizada, y aunque disfrute orgasmos intelectuales cuando
le llamen camarada, se las pasa bien como mister Fariñas.
De cualquier modo, su sitio está allá. Pues en esta isla
bastan los cubanos que se preocupan por la patria, no obstante la represión
que no disfruta mister Fariñas. 6
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