¡Aguanta,
Pepe!
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, julio - Disfrutar de unas placenteras vacaciones fue imposible
para la familia de José Ramón. Hace algún tiempo él,
su esposa y su pequeño hijo de 6 años desearon la llegada de los
meses de julio y agosto para irse a la playa. Pepe, como cariñosamente
llaman a José sus amigos, es ingeniero con más de 15 años
de experiencia, y es trabajador abnegado, vanguardia, como le llaman por acá.
En mayo el sindicato de su empresa anunció que otorgaría una
casa en la playa al trabajador más destacado. El costo sería de
130 pesos por semana y un pequeño restaurante garantizaría
desayuno, almuerzo y comida a precios módicos. Pepe fue el elegido, dada
su impecable tarjeta de asistencia y puntualidad, así como su participación
en todas las actividades laborales y políticas convocadas por la dirección
de la empresa.
Pero, lamentablemente, el salario mensual de Pepe, que es de 225 pesos
(alrededor de 10.23 dólares al cambio oficial), no le permitía
hacer frente a semejante oferta, por lo que habló con un compañero
de trabajo y éste accedió a pagar la mitad de los gastos y así
ambas familias podrían disfrutar de una semana en la playa de Guanabo.
Días antes de la fecha señalada para comenzar las vacaciones
en Guanabo el compañero de Pepe le dijo a éste que se le habían
presentado una serie de problemas personales y que no podía cumplir con
lo prometido. Como se dice en Cuba, a Pepe le cayó un cubo de agua fría.
¿Cómo le explicaría a su esposa y a su hijo que ya no
disfrutarían de una semana en la playa? ¿Cómo explicarles que
con los 225 pesos no les alcanzaría para estar una semana en Guanabo y
que si iban, aún ahorrando cada centavo, se quedarían sin dinero
para el resto del mes, y eso no es razonable? Además, hay que tener en
cuenta que lo que le garantizan de alimentación no es de la mejor
calidad, y que la mayoría de los establecimientos comerciales de Guanabo
venden sus productos en dólares.
Por suerte la esposa de Pepe es comprensiva y con resignación le
dijo: "No importa, iremos a la playa otro año".
Miles de miles de familias de La Habana se ven envueltas en el mismo drama
que la familia de Pepe: no pueden disfrutar de sus merecidas vacaciones. Con
tanto calor, es lógico que la gente desee disfrutar de las playas del
litoral norte de la capital cubana.
El transporte público hacia la playa de Guanabo no satisface la
demanda de los habaneros. La opción que queda es pagar 20 pesos por
persona para viajar en un automóvil Ford, Chevrolet, Chrysler, Pontiac,
Plymouth, Dodge u otros de la década de los 50 -del siglo pasado- que
recogen pasajes frente a la parada de la ruta 400, en la Habana Vieja.
Por los alrededores de la parada, donde la multitud espera impacientemente
la llegada de los ómnibus, los boteros (que es como llaman a los
conductores de carros particulares que hacen de taxi) vociferan: "¡Arriba,
a 20 pesos por persona y te llevo pa' Guanabo! Vamos, caballeros, no lo piensen
más, que la guagua se demora".
Recientemente, una señora que se encontraba entre los que esperaban y
que estaba junto a varios familiares, exclamó: "¡Qué va,
20 pesos, si vamos en carro hasta Guanabo se me gasta en la ida casi el salario
del mes porque somos cinco. Yo espero, ya estamos acostumbrados a las colas y a
la espera".
Al cabo de cuarenta minutos llegó el ómnibus. La multitud se
aglutinó. Empezaron los empujones. Rostros tensos. Las mujeres protegían
a sus hijos de los embates de los hombres al tiempo que trataban de avanzar,
pero el intento de las féminas fue en vano pues la fortaleza de los
hombres los llevó ilesos a ocupar los asientos. El chofer, por su parte,
esperó el desenlace de la escena -que se repite una y otra vez
diariamente- al compás de una canción de Los Van Van. Al fin, el ómnibus
partió.
Al regreso sucederá lo mismo. Es la odisea de los habaneros para
poder bañarse en sus playas, en esta época de verano caluroso.
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