En esta Cuba
actual
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, julio - La sentencia "nadie quiere a nadie", surgida de
una canción de la popular orquesta Los Van Van, está en boga pero
ese apotegma no se puede tomar como algo generalizado porque no es totalmente
cierto.
Por calles y zonas de La Habana -me han dicho que en otras ciudades cubanas
igual- se ve a jovencitas muy encariñadas con sus "padres" o "abuelos".
Esas muestras de cariño filial son más significativas puesto que,
por regla general, las muchachas tienen la piel bastante más oscura que
sus "progenitores" o "abuelitos". Pero eso se debe a que
ellos son de otras latitudes.
Se conoce que el clima es el causante de que nuestras pigmentaciones
difieran. Y como casi todos esos señores que andan por ahí, paseándose
a cualquier hora del día y de la noche con sus jóvenes "descendientes",
provienen de Europa, lógicamente tienen rasgos diferentes a las muchachas
porque aquí estamos en el trópico y el sol calienta más.
Claro, esa situación da pie a confusiones y a comentarios fuertes
pues muchas personas califican a esas muchachas de jineteras (prostitutas), y a
los señores de "viejos descarados y aprovechados que porque tienen
cuatro dólares se creen que pueden hacer lo que les da la gana en este país".
Pero eso no es cierto, porque el "comandante" (Fidel Castro) hace
ya bastante tiempo que dijo -en uno de sus siempre históricos discursos-
que la prostitución en Cuba se había terminado, que es una de las
infamias de la sociedad burguesa. ¡Y el "comandante" nunca dice
mentiras ni se equivoca!
Hay hasta un libro, "Recuerdos secretos de dos mujeres públicas",
escrito en 1984 por un señor que se llama Tomás Fernández
Robaina, que refleja -según el autor- el grado de explotación y
degradación humana que padecieron las mujeres que en Cuba ejercían
la prostitución antes de 1959 y en los primeros años del triunfo
de la revolución.
Pero, lógicamente, hay imágenes que confunden un poco. Por
ejemplo, el otro día vi a dos muchachitas -casi niñas- a un
costado del hotel Inglaterra, que a juzgar por sus vestimentas y su aspecto
general trataban de encontrarse con sus "padres", con sus "abuelos"
o con cualquier otro pariente. Me molestó, realmente, verlas en esa
espera.
Pero las muestras públicas de cariño no sólo pueden
verse entre las jóvenes y sus añejos parientes de otros lugares.
También puede observarse entre muchachos y sus ascendientes de piel más
clara.
En estas ocasiones -raro, ¿verdad?- los "abuelos" no están
presentes, pero sí se mantiene lo de los "padres" porque la
diferencia de edad no es tan grande. O tal vez sean "hermanos mayores",
y entonces los podamos ver paseándose con el brazo tirado sobre los
hombros y en algunos casos, en acto de ternura, cogidos de la mano.
Ciertamente, en algunos casos esos jóvenes tienen un aspecto frágil
y delicado, pero bueno, todo el mundo no tiene hijos o hermanos que a las diez
cuadras se pueda decir "por ahí viene un varón masculino".
Quizás debido a eso es que estos señores llegados de otras partes
sean tan afectuosos con sus vástagos o parientes, digamos que es una
medida protectora.
En ocasiones el que tiene aspecto delicado o frágil es el pariente
extranjero de más edad, pero todo esto es una muestra de que eso de que "nadie
quiere a nadie" no es cierto.
La prostitución -aunque la variante masculina parece ser nueva- es,
según se dice, una de las más viejas profesiones del mundo.
Evidentemente que algo bueno debe tener cuando se ha mantenido durante tantos y
tantos años, pero es que en esta Cuba actual para donde quieras que te
viras -y sin querer ser grosero- tienes que decir: ¡Qué jodidos
estamos!
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