El mercado
negro no es todopoderoso
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, julio - En la Cuba actual, para los que no disponen de dólares,
casi todo se consigue a través de la economía subterránea.
También hay mucha gente que quiere escribir en la Cuba actual, pues es la
única actividad que se le escapa al mercado negro. Las palabras se
manipulan pero no tendrán clase si les falta libertad que, gracias a
Dios, no se consigue en el mercado negro.
En esencia, los cubanos tienen valores éticos que los hace rechazar
instintivamente el mecanismo ilegal del que dependen para poder sobrevivir. Como
en Cuba casi toda actividad social carga su cuota delictiva, hay personas que
necesitan una actividad que los limpie por dentro y escribir podría ser
la solución verdadera, porque la gente necesita ser libre, y escribir es
un acto de libertad.
La colectivización desmesurada de la sociedad cubana ahoga al
individuo, que necesita su propio espacio sagrado para realizarse ante sí
mismo. El transcurrir de la vida de un hombre o una mujer no puede ser una
guerra constante. Unicamente en una guerra de verdad es donde la anulación
de la personalidad es lógica (aunque ninguna guerra, cuando se viaja a la
raíz del problema, tiene lógica).
Escribir es uno de los pocos actos de libertad verdadera que quedan desde
que se estatalizó la economía nacional, que es lo mismo que la
politización de la sociedad. Ello significó y significa que
quienes se nieguen a renunciar al espacio sagrado de su conciencia quedan automáticamente
excluidos de los buenos empleos. Algunos optan por la doble moral y otros, con más
escrúpulos, prefieren la marginalidad y pagan el precio de ser libres
dentro de la no-libertad.
Probablemente yo me dediqué a escribir porque el mecanismo
totalitario no me dejó otra opción. Y es mi opinión que
entre el suicidio y la escritura, escribir es mejor.
Es posible (y tengo noticias) que muchos cubanos comprendan -en un nivel
subconciente- que escribir es un modo sano de escapar del "paraíso"
que nos han impuesto. De manera que si la actual literatura cubana abona su
infancia se lo debemos a la revolución de 1959, que nos ha proporcionado
el material de las vivencias. Así, aunque parezca una ironía,
personalmente le agradezco a este gobierno totalitario el hecho de que
actualmente pueda escribir lo que escribo.
Pero en Cuba, finalmente, todo se convierte en delito. No soy capaz ahora de
explicar un asunto tan profundo, pero tendrá su sentido profundo.
Por lo pronto, personas que me han comentado sus deseos de escribir no tendrán
problemas. En sus inicios, la policía política simplemente les
abrirá un expediente. Podrán escribir, al principio, toda la
basura inevitable con la que se aprende. El problema vendrá después,
cuando esa basura el tiempo la pula y la convierta en algo interesante.
Uno no puede aconsejarle a la gente que no escriba. Eso sería violar
el derecho que todo ser humano tiene a manifestarse. Y en el caso cubano sería
una crueldad decirle a los médicos, bibliotecarios, físicos y
graduados universitarios que no escriban.
Mi experiencia personal me dice que las personas escriben porque algo les
falta o siempre les faltará. Cuando escucho a un graduado universitario
expresar su deseo de escribir, de inmediato pienso que esa persona sabe por
anticipado que no podrá realizarse en su profesión. Y es una lástima
que disciplinas tan importantes como las ciencias y otras especialidades no
realicen a la gente.
Si los cubanos masivamente deciden que el oficio de escritor es lo mejor
para escapar del "paraíso" que nos han impuesto podría
desatarse una emergencia nacional. Entonces nadie querría trabajar en una
panadería, ni en una fundición de acero ni en actividades agrícolas
(que actualmente los niños cubanos realizan de manera encomiable como una
asignatura de la escuela primaria y secundaria) ni en el servicio público
de recoger la basura, entre otros.
Todos entraríamos en el sendero de los grandes escritores, pero nos
moriríamos de hambre en una sociedad donde nadie trabaja por falta de estímulos
materiales y por la inercia de no ser dueño de nada. En el mercado negro
lo único que no se consigue, a ningún precio, es la semilla de la
realización personal, que sólo brota cuando la tierra es libre.
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