Salir o no
salir: el dilema de los médicos cubanos
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, julio - Existe en Cuba una escala de valores invertida y
desvalorizada. Estaremos seguramente de acuerdo en que en la mayor de las
Antillas uno de los problemas principales es el de la "descapitalización"
profesional.
Usted debe saber que, en el último decenio, miles de profesionales
-muchos de ellos especializados- abandonaron su carrera para ejercer oficios
preferiblemente en el sector de los servicios. Entre ellos un buen número
de médicos de diferentes especialidades.
I
Hace poco una mujer madura que compartía con cuatro pasajeros y yo un
taxi privado -casi imprescindible actualmente para trasladarse en La Habana-
sintió un malestar repentino. El chofer se reveló atento y emitió
un consejo certero: "Señora, vaya a un médico para que le
hagan un análisis, porque usted puede tener anemia".
Después de descender la señora, un poco aliviada, nuestro
conductor reveló que él era médico, pero convertido en
chofer por necesidad.
Desde las malas condiciones de trabajo: falta de medicamentos y de reactivos
para realizar exámenes de laboratorio clínico, no hay película
de radiografías... hasta la situación económica familiar,
todo conspira contra los médicos y cualquier otro profesional. Según
cifras oficiales, hace tiempo que en la isla se gradúan entre dos mil y
tres mil médicos cada año.
Hace unos diez años comenzó el Plan Médico de la
Familia. Sin embargo, la presión de trabajo soportada por los médicos
es bastante fuerte. Sólo un ejemplo: luego de 24 horas de guardia en un
hospital o policlínico, ellos tienen que cumplir su horario normal de
trabajo. A esto le llaman "estar de postguardia".
II
Pero el nudo del problema -igual que en otros sectores profesionales- no es
otro que el de la remuneración. Un médico general gana 400 pesos,
un especialista entre 550 y 700 pesos, en un país donde los productos
imprescindibles (aceite comestible, jabón, detergente, carnes, entre
otros) se compran con divisas (dólares estadounidenses) o se les fijó
un precio en moneda nacional sobre la base del precio en dólares (si se
adquieren sin restricción) y a una tasa de cambio que reduce, por
ejemplo, el salario de 700 pesos mensuales a menos de 34 dólares.
Un dato interesante puede ser que dicha cifra equivale a un par de zapatos
comprados en los comercios dolarizados del país.
Coincidirá conmigo que estas causas, someramente descritas, unidas a
muchas otras: burocracia, falta de derechos, poca atención a los
problemas individuales, motivan al abandono de una carrera profesional y, además,
incentivan el deseo de salir del país.
Para evitar esto último, el Ministerio de Salud Pública puso
en vigor un reglamento que impide a los médicos salir del país
mediante gestión personal y privada, excepto si es enviado a prestar
servicio en algún país del Tercer Mundo en zonas preferiblemente
marginales.
Notable labor, pero usted estará de acuerdo conmigo, acerca del
derecho del profesional a elegir viajar donde desee, sea por invitación
privada o por gestión estatal en prestación de servicio.
No pocos médicos han abandonado su "misión" en el
extranjero para instalarse en algún país del Primer Mundo. Allí
donde puedan encontrar posibilidades de vivir de acuerdo con su nivel
profesional, si consiguen reanudar su carrera.
También existen casos de médicos que sufren castigo por pedir
la salida de Cuba. Ellos son alejados de sus antiguos centros de trabajo y no se
les permite ejercer su especialidad en el puesto laboral donde los reubican.
Los "decididos" deben esperar cinco años para obtener el
permiso de salida (la liberación del ministro), sin embargo hay quienes
no lo logran nunca. Ser médico hoy mismo en Cuba equivale a estar
retenido en su propio país.
Un médico joven cometió el error de pedir permiso oficialmente
para salir de la isla por invitación de una colega extranjera de la que
se enamoró. La respuesta obtenida fue el traslado a una consulta desde su
plaza de profesor de una facultad de Medicina.
Desesperado por la difícil situación en que se encuentra me
explicó su desilusión sobre su futuro. El joven profesional se
halla ahora en un callejón sin salida.
III
Podrán ciertamente oponerme que el gobierno cubano envía ayuda
médica a muchos países. Más de mil médicos ofrecen
sus servicios a enfermos en diferentes regiones del mundo adonde los cuidados médicos-sanitarios
no llegan. Viven junto a sus pacientes. Reciben un por ciento en dólares
por sus servicios, y el importe de su sueldo más el diez por ciento en
moneda nacional es pasado a sus familias.
Ellos ejercen su profesión sin ánimo de lucro. Brindan
servicios gratuitos a la población que atienden y establecen una
diferencia con los médicos del propio país donde prestan sus
servicios.
Pero, hoy por hoy, para un médico cubano es la única manera de
salir del país con excepción de ciertos profesionales de la salud
que viajan al extranjero, sea por causa de intercambio profesional, sea por
pertenecer a alguna asociación nacional relacionada con homólogos
en el exterior. Casi siempre, médicos y otros profesionales de la salud
pertenecientes a un centro especializado. Podrá comprender que el
reconocimiento profesional parte entonces de la pertenencia a una institución
de cierto prestigio y no al individuo como tal.
Usted apreciará ahora que sin estar insertado en un marco laboral
altamente reconocido las posibilidades de viajar al extranjero por iniciativa
individual son nulas. Las autoridades gubernamentales no se han recuperado nunca
del trauma sufrido a inicio de los años 60, cuando unos tres mil galenos
-lo mejor de los especialistas cubanos, salvo contadas excepciones- emigraron a
Estados Unidos de América u otros países.
Esgrimen el argumento del "robo de cerebros" y las dificultades
del esfuerzo por construir un sistema de salud único en el mundo a pesar
del "bloqueo yanqui" para ejercer presión sobre el personal
científico de la salud en Cuba.
No obstante, hay médicos inconformes con la medida tomada. Para ellos
el derecho de viajar libremente no debiera ser impedido por ninguna razón,
ya sean políticas o profesionales.
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