La
marginalidad del escritor
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, enero - La "marginalidad" entre comillas es una garantía
para los escritores que han superado el espíritu tribal que caracteriza
los comienzos de tan infausto oficio.
A partir de mi experiencia cubana prefiero un "ministerio de cultura
basado en el mercado capitalista" antes que un Ministerio de Cultura
oficial.
El acto verdadero de la creación, aleatorio, impredecible, siempre
tendrá como peor enemigo a los Ministerios de Cultura que responden a la
política de los gobiernos. Los ministerios de cultura terminan por
imponer compromisos políticos que matan el acto creador. Pueden llegar a
ser, y de hecho lo son, más terribles que un mercado capitalista. Hay
numerosísimos ejemplos de cómo ambos modelos han cometido errores,
injusticias u omisiones; pero la diferencia entre ambos consiste en que uno de
los dos se alimenta de la organización (la no-libertad), y el otro del
caos (la libertad). Podemos aceptar las reglas de la organización de
cualquier gobierno en su aspecto legislativo, ejecutivo y judicial. Pero en el
reino del arte todo intento por crear un orden colectivo siempre ha conducido a
la esterilidad.
El arte se rige por reglas que siguen escapando a cualquier instrumento de
medición científica. El artista no necesita medallas o
certificados. El artista lo que necesita es una sociedad abierta y en conexión
con el resto de las naciones. Los ministerios de cultura son un ejército
de parásitos y burócratas que terminan por convertirse en policías
del pensamiento. El escritor no tiene necesariamente que trabajar en una
editorial de lamebotas para que al final, después de innumerables
humillaciones, le publiquen su libro que casi siempre es una visión
deformada de su propio mundo interior precisamente por no haber crecido en
libertad.
Un escritor puede ser limpiapisos en un hospital durante años; un día,
se sienta ante una máquina de escribir, y ejecuta una novela titulada: "El
limpiapiso". Estoy seguro que si tiene calidad estética, el
criticado "ministerio de cultura del mercado capitalista" se la
publicará porque habrá muchos limpiapisos que querrán leer
su propia historia.
De manera que entre la oficialidad o la "marginalidad" de un
escritor, esta última es la que simplemente tendrá más
posibilidades de ser una verdadera ayuda para el arte creador.
El arte nace silvestre en el monte del pensamiento como una planta de la
esperanza o la desilusión. Esto es inevitable y ninguna organización
o proyecto político puede evitarlo.
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