CUBANET .INDEPENDIENTE

30 de enero, 2001


Sólo les queda el llanto y el silencio

(Testimonio de una "jinetera")

María Elena Rodríguez

LA HABANA, enero - Jóvenes cubanas arrestadas presuntamente por ejercer la prostitución permanecen en Villa Delicia, una prisión situada frente a la cárcel de hombres Valle Grande en el municipio La Lisa. Se trata de una serie de barracas cuyas paredes son de concreto, los techos lo conforman tejas de fibrocemento, así como ventanas y puertas con rejas. Todo el lugar está rodeado por alambradas y guardia permanente. Visto de lejos recuerda los campos de concentración de los filmes soviéticos.

Cuando las supuestas prostitutas ("jineteras" en el argot popular cubano de hoy) son llevadas a ese centro penitenciario son interrogadas, se les retiene joyas, dinero u otros artículos personales si los tuvieran, se les obliga a desnudarse y entonces viene la famosa "cuclilla".

La cuclilla consiste en que las presas tienen que permanecer completamente desnudas y acuclilladas hasta que se les ordene pararse. "Supongo que buscan algún tatuaje en nuestro cuerpo o drogas escondidas en la vagina o el recto", opina Gema, de 18 años, y fuente de esta información. Ella estuvo confinada en esa instalación de la Dirección Nacional de Cárceles y Prisiones del Ministerio del Interior. "Después de esto te entregan un par de chancletas y te encierran en una de esas naves", continúa.

Posteriormente, a las detenidas se les realiza un chequeo médico y las vuelven a obligar a que se desnuden. Esta vez delante de un equipo médico que supuestamente busca "traumas". También se les toman fotografías, huellas digitales y a las 24 horas de estar en Villa Delicia se avisa a la familia de las confinadas que ellas se hallan allí. "Aunque se les advierte que sólo le pueden llevar una muda de ropa interior, un cepillo dental, cigarrillos y que no se permite entrevistarse con la detenida", revela Gema.

Según la descripción de Gema, cada barraca tiene en su interior alrededor de 30 literas y al fondo hay varias letrinas sanitarias (que no sé por qué ella llama "turcos") y lavaderos para el aseo personal. Para poder bañarse las reclusas son llevadas, en un horario determinado y custodiadas, a un cubículo situado en el exterior de las naves.

"Dos mujeres uniformadas cuidan la puerta enrejada de cada barraca. Tratan a las presas a base de burlas, provocaciones e insultos", indica la fuente.

En Villa Delicia hay un pequeño hospital al que llevan a las prisioneras enfermas luego de mucha insistencia.

En la barraca #4 tienen encerradas a las llamadas "reincidentes", o sea, a muchachas que han sido apresadas más de una vez en los operativos que lleva a cabo frecuentemente la policía para erradicar a las "jineteras". Sin embargo, el fenómeno de la prostitución persiste e incluso hay quienes opinan que va en aumento por día. Según expertos independientes, no es la represión policiaca la que erradica la prostitución, sino mejores condiciones socioeconómicas y una correcta educación.

"Para ir al comedor te conducen fuertemente escoltada. Hay que ir en fila. Los alimentos son pésimamente elaborados pero es obligatorio comérselos aunque estés enferma o inapetente; si no lo haces, pueden considerar que estás en "huelga de hambre", lo cual complicaría mucho más la situación de uno en ese penal", explica Gema.

A las jóvenes que fuman sólo se les permite consumir tres cigarrillos diarios, que son entregados por las funcionarias del orden interior a cargo de custodiar las naves.

Para que las presas beban agua sucede lo mismo, tienen que pedírsela a sus carceleras. Estas traen el líquido de un bebedero situado fuera de las barracas.

Las reclusas de Villa Delicia se visten con la ropa que tenían puesta el mismo día que fueron apresadas por la policía. No importa que haya frío y no tengan con qué abrigarse, así deben permanecer hasta que las trasladen a otra prisión. Sólo se les entrega papel sanitario y un pequeño pedazo de jabón.

Gema precisó que durante su permanencia en ese penal a las jóvenes se les sometía a dos o tres sesiones de interrogatorios caracterizados por el maltrato oral que reciben.

"El penal Villa Delicia ha sido bautizado como 'Villa Desgracia', porque es un lugar donde ahora mismo muchachitas, casi niñas, se encuentran en el peor momento de sus vidas, en la peor de las desgracias: estar encerradas en una cárcel cubana. Sólo les queda el llanto y el silencio, el silencio que existe en torno a lo que sucede en esa prisión", concluyó Gema.


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