CUBANET .INDEPENDIENTE

25 de enero, 2001


De fugitivos a mártires

Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro

LA HABANA, enero - Hay una realidad tangible, objetiva, inocultable. La población cubana emigra profusamente desde hace cuarenta y dos años. Y la mayor parte de esta emigración se ha realizado, y se realiza, de modo irregular. El por ciento de cubanos que ha llegado al extranjero por vías excepcionales es mucho mayor que aquel que ha arribado por los normales convenios migratorios internacionales.

Las modalidades más sobresalientes han sido las emigraciones masivas (Camarioca, Mariel, Guantánamo) y las deserciones en viajes oficiales, además de la constante fuga ilegal usando los medios más sorprendentes.

Las raíces de tal emigración han transitado desde circunstancias políticas, familiares, hasta puramente económicas. Si en un principio las divergencias políticas impusieron el exilio como salvaguarda de la vida, posteriormente las divisiones familiares provocaron una inexcusable reunificación, y por último las insatisfacciones de realización individual en casi todos los planos de la vida han producido una insaciable sed de huída de una realidad crecientemente hostil para cualquier proyecto de futuro independiente del proyecto general establecido por las fuerzas gobernantes.

Una sociedad encerrada en el estrecho redil de la eterna confrontación ideológica entre dos sistemas políticos antagónicos busca, indefectiblemente, una nueva opción que la libere de la constante presión política que la sume en un compromiso sin alternativa. Y la variante más socorrida es el enmascaramiento moral. Mientras aparentan complicidad pública con el sistema, y con ello ganan en confiabilidad, en privado rastrean posibilidades de escape que los liberen de tal estado.

Resulta extremadamente difícil conocer, a ciencia cierta, la inclinación política del ciudadano común que ve en cualquier expresión opositora un peligro -bien fundado- para su estabilidad pública frente a las fuerzas gubernamentales y un riesgo para sus planes secretos de escapar inadvertidamente llegado el momento propicio.

Del enmascaramiento moral ha dado pruebas abundantísimas el Sorteo de Visas que en varias ocasiones ha liberado el gobierno de Estados Unidos para la población cubana. Han resultado ganadores heroicos militantes de la Juventud y el Partido en quienes nadie hubiera sospechado se incubara el germen del síndrome nacional de emigración. De las delegaciones oficiales han desertado figuras públicas de reconocido prestigio, profesionales destacados, deportistas encumbrados, técnicos de alto nivel, artistas de innegables cualidades. Las salidas ilegales han aportado pruebas irrefutables al comprobarse la fuga de militares de alto rango y figuras prominentes de la sociedad socialista cubana.

De las desgracias propagandizadas por el gobierno cubano en su afán de convertir sus víctimas de fugitivos en mártires también pueden extraerse pruebas de esta doblez moral.

Elizabeth Brotons, madre de Elián, según la prensa oficial, era militante del Partido Comunista; el piloto que secuestrara un avión agrícola para fugarse con su familia, era militante del Partido Comunista; Michel y Alberto, los dos adolescentes muertos en el tren de aterrizaje de una aeronave inglesa, y que supuestamente motivaran la marcha del 19 de enero último, eran estudiantes de una escuela militar.

¿Quién es entonces en la actualidad, confiable? ¿Quién confía entonces, en la actualidad, en que la mejor opción es permanecer en Cuba? ¿Son, aquellos que desgraciadamente han perdido sus vidas en el intento de huida, mártires de la patria o fugitivos a los que la patria oprimida ha lanzado a la aventura peligrosa? La oficialidad cubana los propone como mártires. Pero frente a semejante disyuntiva uno se pregunta, ¿mártires de qué bando? Eran comunistas, pero murieron huyendo del comunismo.

La oficialidad cubana sustenta la teoría de que la causa, y el estímulo, de tantas muertes es la Ley de Ajuste Cubano. Si dicha ley no existiera, según su opinión, la población no se arriesgaría. Vaya manera de hacer valer la democrática consigna de Socialismo o Muerte. Dejar a la población sin posibilidades de elección. De derogarse la Ley quedaría inerme la población, sin alternativa alguna, obligada a aceptar definitivamente el encierro a que es sometida. Gobernar a un pueblo sin otra solución que la aquiescencia frente a un poder que lo aplasta es la máxima aspiración de la oficialidad cubana.

¿De derogarse la Ley de Ajuste Cubano se resolverían los grandes problemas de transporte que padece la población, se resolverían los problemas alimentarios, se resolvería el desbalance entre salarios y costo de la vida, se clausuraría la red de comercio en dólares estadounidenses para que el pueblo cubano obtenga con moneda nacional sus productos de primera necesidad, se erradicaría la Libreta de Abastecimientos (por la cual se racionan los alimentos), se resolverían los acuciantes problemas energéticos del país, se daría participación, y espacios, públicos a otras tendencias políticas, se liberaría la educación del lastre político que la amordaza y convierte en doctrinal sin otra alternativa ya laica o religiosa, podrán los nativos disfrutar la infraestructura turística por medio de la moneda con que se les paga, se permitirá una prensa independiente de los medios masivos estatales, se erradicará la necesidad de apuntalar la economía nacional con el arribo de remesas llegadas de la comunidad cubana en el extranjero, se lograría la reinserción de nuestro comercio en el comercio internacional, se lograría obtener fuentes crediticias de los bancos internacionales, para que el cubano no se sienta tentado a probar suerte en otro lugar?

No lo creo. Las causas de la emigración cubana van más allá de la existencia o no de una Ley que sólo brinda la peligrosa posibilidad de librarse de tan pesada carga y que puede usarse o no, según elección propia. Y toda elección, a la vez que lleva en sí una renuncia, es peligrosa. Lo verdaderamente trascendente es tener la posibilidad de elegir. Y de eso también quieren privar al pueblo cubano: elegir el modo de morir.

La manera más a mano que ha encontrado la oficialidad cubana de, aparentemente frente a la opinión pública internacional, plebiscitar su aspiración de derogación de la Ley de Ajuste Cubano, es aprovechar la resaca patriotera que queda del "Caso Elián" y por medio de las manifestaciones públicas demostrar la unidad del pueblo. Pero dada la doblez moral, políticamente hablando, de que ha dado pruebas la población cubana en los últimos tiempos, ¿quién puede asegurar que muchos de los que desfilan por las calles habaneras no sean potenciales usufructuarios de la Ley de Ajuste Cubano e intentarán el viaje apenas bajen las pancartas?


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