CUBANET .INDEPENDIENTE

19 de enero, 2001


Del lobo un pelo

Moraima Pires, Grupo Decoro

LA HABANA, enero - ¡Cuán difícil resulta utilizar los servicios estatales de Cuba para las reparaciones ligeras o el mantenimiento periódico de nuestras viviendas!

La persona que los solicita, por no poder pagarle a los particulares los elevados precios a que cotizan sus trabajos, se ve forzada a dirigirse al establecimiento que realiza estas prestaciones. Es entonces que comienzan las dificultades.

En ese momento se entera por otro empleado que el plomero, el albañil, electricista o el carpintero que necesita ya no trabaja allí o realiza una diligencia.

Si se decide a esperarlo, su estancia se puede extender hasta 6 horas, pues lo más probable es que ese obrero calificado realice un trabajo particular que le reportará mejores beneficios que el magro sueldo que le asigna el Estado.

Las razones por las cuales sucede esto son diversas. La principal es que el gobierno municipal, apoyado por los llamados Consejos Populares y la Delegación de Educación de la localidad, son las únicas entidades autorizadas a formar personal en esas disciplinas.

Una vez concluida la capacitación y el entrenamiento correspondientes, los obreros son ubicados en empresas donde reciben salarios mensuales que no sobrepasan los 198 pesos (9,42 dólares, al cambio vigente), remuneración que les resulta insuficiente para cubrir las necesidades elementales de supervivencia.

El resultado lógico de esta situación es que al poco tiempo, y tan pronto el nuevo obrero calificado se siente confiado en sus conocimientos, emigra del sector donde trabaja hacia otros donde la paga sea mejor, o ejerce por cuenta propia.

En esa última modalidad sus ingresos se multiplicarán meteóricamente y con menos esfuerzos que en el sector estatal. La matemática usada es elemental, y no ofrece dudas al respecto.

Martín, un plomero de 24 años de edad y seis de experiencia, ejerce el oficio en la microbrigada (empresa constructora) del Poder Popular de un municipio habanero. El explica: "Trabajo en comunales por no haber encontrado una mejor opción. Además, necesito estar legalmente vinculado a un trabajo, para quitarme de arriba la pupila de la policía que no es nada saludable para un joven que vive en Cuba".

Martín continua su explicación: "Los salarios que percibimos en esta empresa son de miseria. No tenemos estímulos adicionales. Cualquier tarea privada que realice, por sencilla que sea, me reporta el salario del mes y en ocasiones más, en una jornada de tres o cuatro horas".

"¡Imagínese! Yo también tengo que vivir, mantengo a esposa y dos hijos pequeños" -concluye Martín como justificándose.

El sector estatal que brinda estos servicios a la población, además de pagar bajos salarios a sus empleados, se limita a las áreas comunes de los edificios. De los inmuebles tienen que ocuparse los propios conviventes.

Por otra parte, generalmente no ofrece los materiales para las reparaciones, por lo que se deben adquirir en los establecimientos estatales que los suministran a elevados precios, en dólares estadounidenses.

Pedro es albañil y electricista, tiene 30 años de edad y diez en esas profesiones, hace tiempo dejó de trabajar para el Estado. El nos relata: "No me convenía. Ahora pago una licencia como trabajador por cuenta propia en calidad de electricista, pero desempeño ambas especialidades".

"Las solicitudes de trabajo me llueven a diario -afirma. Muchas de ellas no puedo acometerlas por falta de tiempo y, entonces, se las paso a otros colegas. Ahora gano hasta 40 veces lo que me pagaban mensualmente por el Estado, y tengo menos presión de trabajo. Además, soy mi propio jefe y por tanto defino mis jornadas y qué tipo de trabajos me convienen" -apuntó.

Otras empresas que forman y contratan estas profesiones manuales como la UNECA, CUBALSE y el CIMEX, pagan a sus empleados salarios superiores (cercanos a los 300 pesos, o sea 14,28 dólares al cambio actual) pero no trabajan para los cubanos de a pie, sino en las construcciones y mantenimiento de instalaciones turísticas y redes de comunicaciones de interés gubernamental, dentro y fuera del país.

Este tipo de obrero mejor remunerado recibe además una pequeña prima en pesos convertibles (una moneda nacional que el gobierno imprimió y dice que es igual al dólar) y/o la entrega mensual de una bolsa con productos de aseo personal, y una muda de ropa al año.

Mientras no se modifiquen los salarios actuales no se solucionará la reparación y mantenimiento de las edificaciones del sector residencial. El Estado está incapacitado para solucionar el cuello de botella porque no cambia las reglas del juego. Resultado: el pueblo sufre las consecuencias.

Una medida inteligente podría ser la liberación de los salarios y precios, y dejar que las leyes del mercado ejerzan su función socio-económica.

Otra, no menos sensata, sería eliminar el control laboral y permitir la libre contratación entre los que ofertan su trabajo y los que solicitan los servicios.



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