Del lobo un
pelo
Moraima Pires, Grupo Decoro
LA HABANA, enero - ¡Cuán difícil resulta utilizar los
servicios estatales de Cuba para las reparaciones ligeras o el mantenimiento
periódico de nuestras viviendas!
La persona que los solicita, por no poder pagarle a los particulares los
elevados precios a que cotizan sus trabajos, se ve forzada a dirigirse al
establecimiento que realiza estas prestaciones. Es entonces que comienzan las
dificultades.
En ese momento se entera por otro empleado que el plomero, el albañil,
electricista o el carpintero que necesita ya no trabaja allí o realiza
una diligencia.
Si se decide a esperarlo, su estancia se puede extender hasta 6 horas, pues
lo más probable es que ese obrero calificado realice un trabajo
particular que le reportará mejores beneficios que el magro sueldo que le
asigna el Estado.
Las razones por las cuales sucede esto son diversas. La principal es que el
gobierno municipal, apoyado por los llamados Consejos Populares y la Delegación
de Educación de la localidad, son las únicas entidades autorizadas
a formar personal en esas disciplinas.
Una vez concluida la capacitación y el entrenamiento
correspondientes, los obreros son ubicados en empresas donde reciben salarios
mensuales que no sobrepasan los 198 pesos (9,42 dólares, al cambio
vigente), remuneración que les resulta insuficiente para cubrir las
necesidades elementales de supervivencia.
El resultado lógico de esta situación es que al poco tiempo, y
tan pronto el nuevo obrero calificado se siente confiado en sus conocimientos,
emigra del sector donde trabaja hacia otros donde la paga sea mejor, o ejerce
por cuenta propia.
En esa última modalidad sus ingresos se multiplicarán meteóricamente
y con menos esfuerzos que en el sector estatal. La matemática usada es
elemental, y no ofrece dudas al respecto.
Martín, un plomero de 24 años de edad y seis de experiencia,
ejerce el oficio en la microbrigada (empresa constructora) del Poder Popular de
un municipio habanero. El explica: "Trabajo en comunales por no haber
encontrado una mejor opción. Además, necesito estar legalmente
vinculado a un trabajo, para quitarme de arriba la pupila de la policía
que no es nada saludable para un joven que vive en Cuba".
Martín continua su explicación: "Los salarios que
percibimos en esta empresa son de miseria. No tenemos estímulos
adicionales. Cualquier tarea privada que realice, por sencilla que sea, me
reporta el salario del mes y en ocasiones más, en una jornada de tres o
cuatro horas".
"¡Imagínese! Yo también tengo que vivir, mantengo a
esposa y dos hijos pequeños" -concluye Martín como justificándose.
El sector estatal que brinda estos servicios a la población, además
de pagar bajos salarios a sus empleados, se limita a las áreas comunes de
los edificios. De los inmuebles tienen que ocuparse los propios conviventes.
Por otra parte, generalmente no ofrece los materiales para las reparaciones,
por lo que se deben adquirir en los establecimientos estatales que los
suministran a elevados precios, en dólares estadounidenses.
Pedro es albañil y electricista, tiene 30 años de edad y diez
en esas profesiones, hace tiempo dejó de trabajar para el Estado. El nos
relata: "No me convenía. Ahora pago una licencia como trabajador por
cuenta propia en calidad de electricista, pero desempeño ambas
especialidades".
"Las solicitudes de trabajo me llueven a diario -afirma. Muchas de
ellas no puedo acometerlas por falta de tiempo y, entonces, se las paso a otros
colegas. Ahora gano hasta 40 veces lo que me pagaban mensualmente por el Estado,
y tengo menos presión de trabajo. Además, soy mi propio jefe y por
tanto defino mis jornadas y qué tipo de trabajos me convienen"
-apuntó.
Otras empresas que forman y contratan estas profesiones manuales como la
UNECA, CUBALSE y el CIMEX, pagan a sus empleados salarios superiores (cercanos a
los 300 pesos, o sea 14,28 dólares al cambio actual) pero no trabajan
para los cubanos de a pie, sino en las construcciones y mantenimiento de
instalaciones turísticas y redes de comunicaciones de interés
gubernamental, dentro y fuera del país.
Este tipo de obrero mejor remunerado recibe además una pequeña
prima en pesos convertibles (una moneda nacional que el gobierno imprimió
y dice que es igual al dólar) y/o la entrega mensual de una bolsa con
productos de aseo personal, y una muda de ropa al año.
Mientras no se modifiquen los salarios actuales no se solucionará la
reparación y mantenimiento de las edificaciones del sector residencial.
El Estado está incapacitado para solucionar el cuello de botella porque
no cambia las reglas del juego. Resultado: el pueblo sufre las consecuencias.
Una medida inteligente podría ser la liberación de los
salarios y precios, y dejar que las leyes del mercado ejerzan su función
socio-económica.
Otra, no menos sensata, sería eliminar el control laboral y permitir
la libre contratación entre los que ofertan su trabajo y los que
solicitan los servicios.
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