CUBANET .INDEPENDIENTE

16 de enero, 2001


Historia de Los Reyes Magos en la Cuba revolucionaria

Amarilis Cortina, Cuba-Verdad

LA HABANA, enero - Cuando triunfa en Cuba la Revolución de 1959, el pueblo fue sometido a grandes cambios. Fue como si las cosas de la época republicana hubieran sido malas y había que arreglarlas todas.

Así fue como sucedió una transformación tras otra y, casi por gravedad, se implantó otras costumbres entre una población convulsa y llena de ilusiones, que apoyaba ciegamente en su mayoría una política de la cual se afirmaba entonces convertiría a todos los cubanos en iguales.

La fiesta de la Epifanía, como la celebración del 24 de diciembre, las Pascuas y el Año Nuevo fueron costumbres que llegaron a Cuba cientos de años atrás y prendieron en la sociedad. Por el tiempo que llevan practicándose se puede afirmar que forman parte de las tradiciones del pueblo cubano, que además las desea y las disfruta.

El seis de enero también se vio afectado por las modificaciones que sufrieron los cubanos de aquellos años llenos de metamorfosis, en muchos casos experimentales.

Lo primero que ocurrió fue que los juguetes para los regalos de dicha efemérides, que se vendían durante todo el año, comenzaron a desaparecer del mercado (controlado ahora por el Estado revolucionario de manera absoluta), hasta que desaparecieron del todo. Posteriormente se realizaba una venta de juguetes al año.

Poco después, los juguetes fueron normados por la cartilla de racionamiento. A cada niño le vendían solamente tres juguetes al año: uno básico (de mejor calidad) y dos adicionales. El básico era más caro que los demás y podía ser una muñeca o una bicicleta. Los adicionales eran juguetes de menor cuantía: un juego de yaquis o una pelota, por citar dos ejemplos.

Para comprar los juguetes regulados había que hacer largas filas durante varios días. En muchos casos, para garantizar la compra, las personas se quedaban a dormir en las afueras de la tienda donde el nuevo Rey Mago, la Revolución, les asignaba que tenían que hacer la compra.

El día que comenzaba la venta de los juguetes, los niños junto a sus padres u otros familiares asistían a la compra de los mismos. De hecho ya estaban asistiendo también a la desaparición de las ilusiones en derredor de esa fecha y a la extinción de la leyenda de Los Tres Reyes Magos.

Durante el desarrollo de la compra de los regalos para el día seis de enero, en aquel entonces se formaban discusiones en las filas. Problemas que muchísimas veces terminaban en broncas donde los niños veían cómo sus padres se golpeaban o empujaban con sus vecinos por los turnos para poder entrar en las tiendas.

La situación atrajo a los especuladores: padres que vendían el "derecho" de sus hijos a adquirir juguetes, personas dispuestas a comprar tales "derechos" y todo lo que pudieran, para luego revenderlos o para que unos niños tuvieran más regalos mientras otros se quedaban sin nada.

Años después, a alguien de las altas esferas del gobierno se le ocurrió que la festividad de Los Reyes Magos debía ser el 26 de julio (aniversario del asalto armado al cuartel Moncada) en vez del seis de enero. Así murió definitivamente la fecha.

Ese día de julio nunca fue como el de enero, pues los juguetes cada año escaseaban más y las ilusiones infantiles también se desvanecieron.

Muchos años después, con el fenómeno de la dolarización y de las shopping por doquier se venden muñecas, carritos, bicicletas, ositos de peluche y cuanto juguete existe, pero a un precio inalcanzable para el sueldo que devenga el trabajador cubano, al que le pagan en pesos cubanos y cuya paga no excede como promedio los 224 por mes. Ahora, al menos se pueden ver en las vidrieras estos productos que nunca debieron haber faltado en el mercado.

Este año, en las shopping se vendió juguetes de mala calidad y menor cuantía al precio de un dólar cada uno de ellos. Los que pudieron disponer de ese dinero, los menos, aprovecharon la ocasión para reinsertar en sus costumbres el Día de Reyes. Algunos creen que el seis de enero podrá regresar a nuestras tradiciones, así como las Pascuas y la Nochebuena.

Otros, la mayoría, los que no pudieron comprarle nada a sus hijos, se quedaron con la esperanza de que quizás el próximo año les traerá mejor suerte y así ellos podrán comprarle un juguetico a los pequeños.

Es de destacar que estas compras de juguetes a dólar fueron realizadas en medio de un gran desorden y alboroto por parte de adultos y niños. No obstante, la prensa oficial guarda silencio al respecto.

En fin, que después de tantos años y sufrimientos, la tradición parece que se impone; igual que el árbol truncado del cual brotan nuevos retoños.


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