Teme preso
político que le hayan inoculado virus del SIDA
SANTIAGO DE CUBA, 14 de enero (Luis Alberto Rivera, APLO) - Francisco
Herodes Díaz Echemendía, preso político confinado en la cárcel
de Boniato, en Santiago de Cuba, teme que la Seguridad del Estado haya ordenado
que le inocularan el virus del SIDA, luego que le extrajeran sangre en
circunstancias sospechosas y sin que el prisionero esté enfermo.
En una carta que hizo llegar a la APLO de manera clandestina Díaz
Echemendía narra cómo el funcionario del orden interior, sargento
Rigoberto, lo sacó de la celda y lo condujo a la oficina del jefe del
orden interior de Boniato. Allí se encontró con una mujer que
manipulaba un equipo de extracción de sangre. El preso preguntó si
le iban a sacar sangre, pero nadie le respondió. La mujer siguió
con los preparativos del equipo.
Díaz Echemendía insistió pero no obtuvo respuesta, por
lo que expresó claramente: "No me dejaré extraer sangre".
Entonces, comenzó la discusión.
"Te vamos a sacar sangre como sea", le contestaron al prisionero.
Al instante, se personaron en el lugar el sargento Carrión y otro
funcionario del orden interior (FOI) quienes amenazaron a Díaz Echemendía
con que lo golpearían. El preso se defendió diciéndoles que
los acusaría ante la opinión pública de violar los derechos
humanos, (en Cuba los tribunales están sujetos al Partido Comunista, por
lo cual el sistema judicial está parcializado y politizado) y los
militares, riéndose, le respondieron al unísono: "¡Tus
denuncias nos las pasamos por los c...!"
Luego de esta ofensa llegó al lugar el primer teniente Roberto
Barrientos, que estaba de jefe de turno, acompañado de ocho guardias más,
quienes saltaron sobre el preso político para reducirlo a la fuerza.
La única defensa que tuvo Díaz Echemendía fue
preguntarle a la mujer que se le abalanzó jeringuilla en mano si ella era
enfermera. La respuesta no se hizo esperar: "Eso no te interesa, tú
eres un recluso y tienes que hacer lo que se te ordene".
El sargento Rigoberto le aplicó una técnica de estrangulación
a Díaz Echemendía mientras el resto de los carceleros lo
aguantaban por donde podían. El teniente Roberto Barrientos aguantándole
un brazo al prisionero ordenó a la mujer que le sacara la sangre.
Entre el maltrato y la falta de aire producida por la llave de estrangulación
Díaz Echemendía perdió el conocimiento y, por el pinchazo
en uno de sus brazos y el testimonio de otros reclusos de Boniato, sabe que al
fin le extrajeron sangre, pero no sabe qué cantidad.
Ahora, este preso político cubano teme que le hayan inoculado el
virus del SIDA o alguna otra enfermedad, dadas las extrañas
circunstancias en que se procedió a extraerle la sangre.
En su nota, Díaz Echemendía acusa: "Si en algún
momento de mi vida me aparece esa enfermedad y muriese, los responsables son el
dictador Fidel Castro y su policía política". Además,
el preso subraya que teme que el Departamento de la Seguridad del Estado ordene
su asesinato.
Es significativo que el gobierno de Cuba firmó la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de las
Naciones Unidas, y que es parte de la Comisión de Derechos Humanos de esa
entidad universal.
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