Inventivas
ociosas
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, enero - Uno de cada siete cubanos es considerado un creador o
innovador en los diferentes campos de la ciencia, la técnica o los
servicios. Pero, esta natural creatividad del cubano se enreda en la maraña
de la burocracia comunista.
Por increíble que parezca, en la industria azucarera -considerada aquí
como la locomotora económica nacional- la aplicación de una
inventiva, cuya efectividad ha sido comprobada, demora en aplicarse de manera
general hasta once años.
El criterio prevaleciente entre los vinculados a esta actividad es que la
falta de relaciones monetario-mercantiles entre los institutos de investigación
y el sector productivo origina el divorcio entre ambos, a lo cual se suma la
mediocridad y el predominio de intereses personales entre los funcionarios.
Hay coincidencia entre las partes respecto a que el potencial científico
del país no tiene una real motivación en su labor, y que se
inclina peligrosamente a la concepción de la ciencia por la ciencia
distanciándose de la realidad nacional e incurriendo en cuantiosos
gastos, que no repercuten en el avance científico del país. El
caso más grave es el del sector agropecuario, que cuenta con importantes
instalaciones, personal científico, y cuyos resultados son cada vez más
desastrosos.
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