Carlos
Quintela in memoriam
Lázaro Raúl González, CPI
PINAR DEL RIO, enero - Todavía cubano de pura cepa, tuvo que morir
Carlos Quintela en tierra extraña, obligado por las circunstancias. Se
fue de su país por no sentirse libre. No había dejado que se
durmiera en él la esperanza de volver, mas no lo pudo conseguir.
¿Su obra? Un sencillo, pero enérgico monumento a la cubanía.
Dondequiera que pisó dejó siempre una huella de Cuba, sin alardear
de la sapiencia criolla, que le sobraba. Simple y afectuosamente la regalaba.
Su virtud será fecunda, porque su propia vida prolijamente nos ilustró
acerca de cómo es posible al mismo tiempo, poniéndole a todo amor,
esgrimir la pluma y el arado. Su cariño a la labranza, al buen criollo
mundo agrario, y su capacidad de difundirlo, tomarán algún día
cuerpo en grandes obras cotidianas.
De ahora en adelante Quintela, cada vez que un criollo que te haya conocido
se detenga frente a una palma real deberá sentirte allí, latiendo,
porque eso eras, Quintela, y seguirás siendo: símbolo natural de
la cubanía.
Aún con el arduo compromiso de la semilla, por lo pronto, descansa en
paz Quintelita, porque bien te lo mereces.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|