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del milenio
Lázaro Raúl González, CPI
PINAR DEL RIO, enero - Herradura, poblado de Pinar del Río. Diciembre
31 del 2000. Seis de la tarde. Hoy también se acaban el mes, el año,
la década, el siglo y el milenio; mas, nada en su rostro ni en su ánimo
denota entusiasmo por la inminencia y envergadura del acontecimiento. Hoy ha
trabajado como en cualquier 20 de marzo o 16 de octubre.
Santiago es un criollo bastante típico, entiéndase de los de
un pequeño pueblo provinciano. Como casi todo empleado en Cuba, Santiago
trabaja para una empresa estatal, es muy cumplidor y abnegado en el centro
laboral, por lo cual se le han hecho reconocimientos oficiales. Incluso, como
estímulo a su entrega, se le vendió una bicicleta a bajo costo
(aquí suele decirse: "Se la ganó").
- ¿Santiago, cómo despedirás el año?
- Trabajando -responde parco y humilde, con una sonrisa-mueca.
Pero no le alcanzan a Santiago ni para empezar los 8 ó 10 dólares
mensuales que le paga el gobierno en su centro laboral. Por eso, como hoy mismo,
domingo, ha sido cada vez que tiene un rato libre: pedalea a toda velocidad
hasta una finquita que tiene un pariente a unos 10 kilómetros de
Herradura. Allí siembra sus conucos de vianda, arroz y frijol. Dando su
correspondiente parte al dueño de la tierra. Santiago incluso puede
sembrar su pedacito de tomate lo cual le permitirá elaborar no sólo
su propio puré, sino guardar además algunas botellas para
venderlas, si coge precio.
- Santiago, ¿qué harás esta noche?
- Nada, trabajar -dice- tengo ahí diez cajas de tomate que se me están
pasando, tengo que hacerlas puré esta noche.
- ¿No tienes por ahí algo de licor y un puerquito para celebrar
todo lo que se acaba hoy?
- No. Tengo un lechoncito, pero está muy chiquito. Lo voy a dejar pa´más
pa´lante. Hace una breve pausa y agrega con naturalidad: Hace unos días
vendieron un picadillo de soya y mi mujer lo guardó para esta noche. De
tomar... ni ron hay.
- Santiago, ¿qué esperas para el próximo milenio?
- Bueno chico -me dice sin ceremonia- pasar más trabajo.
Y sigue picando leña.
Son las 6:05 de la tarde, por última vez oscurece en el siglo XX y en
el segundo milenio, entretanto, Santiago sigue picando leña.
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