CUBANET .INDEPENDIENTE

9 de enero, 2001


Ciudadanos mutantes

Moraima Pires, Grupo Decoro

LA HABANA, enero - Tengo la certeza que la posteridad me convertirá, si no en una gran investigadora, al menos me otorgará la categoría de curiosa irreductible.

Este reconocimiento científico no lo recibiré por elaborar una nueva teoría acerca de los cambios colorimétricos del aura humana y su relación con las enfermedades corporales; si aumenta o disminuye la capa de ozono que protege al planeta de las radiaciones ultravioletas, apoyar o negar la existencia de especies racionales altamente desarrolladas en los confines del Universo o si se logrará viajar a velocidades superiores a la de la luz.

Mutación, en biología, significa variación brusca en el número y naturaleza de los cromosomas de las células germinales o de los genes que en ella residen, lo que ha permitido -según Hugo de Vries- diferenciar los ejemplares de una misma especie en algunas características.

Se han reportado mutaciones naturales, factoriales, inducidas y paleontológicas, pero ninguna se acerca a las observadas por mí en el cubano de a pie cuando se le aproxima un estímulo externo. Las variaciones en su cuerpo y mente son verdaderamente sorprendentes.

Tomemos como ejemplo a un cubano a quien llamaremos Ajax. Es un técnico medio, tiene 35 años, nunca se ha destacado en nada, es casado, modesto y algo tímido, pero sabe cómo sobrevivir en las peores condiciones. Sale de su casa en dirección al trabajo. Se le acerca el responsable de Vigilancia del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de su cuadra. Cuando el cederista está a menos de un metro de él, le pregunta por qué no asistió anoche a la guardia del CDR. Ajax siente cómo le baja la temperatura, suda copiosamente, la carne se le pone de gallina, no puede perder su imagen de revolucionario. Busca en su cerebro algo que lo justifique. Comienza a hablar. El otro lo escucha sin darle crédito a sus palabras. Sonríe asintiendo. Las piernas y manos de Ajax desaparecen como por encanto. Cae al piso, repta. Se transformó en un reptil de los más comunes.

Sigue la observación de nuestro personaje. Llega al trabajo con 20 minutos de retraso. Su jefe, con cara de pocos amigos, lo espera frente al libro de asistencia. El superior inicia el ataque. Lo cataloga de comodón e indisciplinado. La única razón por la cual no toma medidas contra él es porque tiene pocos técnicos reparadores. Ajax balbucea algunas frases y siente cómo todo su cuerpo vibra. Ya presiente el cambio. Se le estira el cuello y le crecen las piernas. Su cuerpo adquiere la forma de una elipse y comienzan a salirle plumas. Promete mejorar aunque sea mentira. Sabe que sólo lo salvará el servilismo. El director se siente satisfecho.

Nuestro hombre respira profundo y se mira en el espejo, se convirtió en un guanajo (pavo). Este cambio es peligroso. De mantenerse así puede ser cazado y devorado por varios comensales hambrientos.

Termina la faena del día. Regresa feliz a su casa. No tuvo presión laboral. Los tres equipos que debió reparar se los pasó a José, su colega. Le hizo el mismo cuento de la suegra enferma y la mala noche que pasó. Se ríe a carcajadas hasta llorar, su cuerpo vibra una vez más, se estira y endurece. Alcanza la forma y tamaño de un gran lagarto. De ahí sus falsas lágrimas de cocodrilo.

Llega a su hogar y lo intercepta Joaquín, el vecino de los bajos, que cumplió 25 años en las cárceles de Castro por soñar que iba a agredir a un dirigente político y cometió el error de contárselo a un amigo. Le echaron 25 años de prisión. Se consideró era un delito político.

Como de costumbre, Joaquín despotricó al gobierno. Ajax lo escuchó pacientemente. Cuando aquél terminó de hablar comenzó él. Señaló los errores de la Administración, las históricas escaseces de alimentos y vestuarios, las falsas promesas gubernamentales, el gastado discurso oficial y los deseos que tiene de abandonar el país. Se observó las manos de soslayo. Ya no estaban allí, en su lugar tenía cuatro patas. Se había transmutado en una hiena que reía sin motivos aparentes.

Estas imágenes pertenecen a un ciudadano común que al enfrentar diferentes situaciones adopta varias posturas defensivas. El caso no constituye una excepción, es el resultado natural de la doble moral que existe en Cuba adoptada por la inmensa mayoría del pueblo para subsistir sin dejar rastros indeseados a lo largo de 42 años de duro bregar.

Los cubanos somos especies mutantes por excelencia. Las apariencias aquí reflejadas representan imágenes virtuales de lo que en realidad pasa por la mente de cada uno de nosotros. Lo cierto es que somos mutantes de mente y de espíritu. Los cambios se producen instantáneamente. Dependen de las situaciones.

Estoy sorprendida de mis observaciones. ¡Eureka! Espero que en los próximos 15 o 20 años la ciencia mundial encuentre un método para leer las mentes de las personas. ¡De cuántos chismes nos enteraremos! Creo que valdrá la pena. Así se terminará la hipocresía en el planeta.


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