Ciudadanos
mutantes
Moraima Pires, Grupo Decoro
LA HABANA, enero - Tengo la certeza que la posteridad me convertirá,
si no en una gran investigadora, al menos me otorgará la categoría
de curiosa irreductible.
Este reconocimiento científico no lo recibiré por elaborar una
nueva teoría acerca de los cambios colorimétricos del aura humana
y su relación con las enfermedades corporales; si aumenta o disminuye la
capa de ozono que protege al planeta de las radiaciones ultravioletas, apoyar o
negar la existencia de especies racionales altamente desarrolladas en los
confines del Universo o si se logrará viajar a velocidades superiores a
la de la luz.
Mutación, en biología, significa variación brusca en el
número y naturaleza de los cromosomas de las células germinales o
de los genes que en ella residen, lo que ha permitido -según Hugo de
Vries- diferenciar los ejemplares de una misma especie en algunas características.
Se han reportado mutaciones naturales, factoriales, inducidas y paleontológicas,
pero ninguna se acerca a las observadas por mí en el cubano de a pie
cuando se le aproxima un estímulo externo. Las variaciones en su cuerpo y
mente son verdaderamente sorprendentes.
Tomemos como ejemplo a un cubano a quien llamaremos Ajax. Es un técnico
medio, tiene 35 años, nunca se ha destacado en nada, es casado, modesto y
algo tímido, pero sabe cómo sobrevivir en las peores condiciones.
Sale de su casa en dirección al trabajo. Se le acerca el responsable de
Vigilancia del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de su
cuadra. Cuando el cederista está a menos de un metro de él, le
pregunta por qué no asistió anoche a la guardia del CDR. Ajax
siente cómo le baja la temperatura, suda copiosamente, la carne se le
pone de gallina, no puede perder su imagen de revolucionario. Busca en su
cerebro algo que lo justifique. Comienza a hablar. El otro lo escucha sin darle
crédito a sus palabras. Sonríe asintiendo. Las piernas y manos de
Ajax desaparecen como por encanto. Cae al piso, repta. Se transformó en
un reptil de los más comunes.
Sigue la observación de nuestro personaje. Llega al trabajo con 20
minutos de retraso. Su jefe, con cara de pocos amigos, lo espera frente al libro
de asistencia. El superior inicia el ataque. Lo cataloga de comodón e
indisciplinado. La única razón por la cual no toma medidas contra él
es porque tiene pocos técnicos reparadores. Ajax balbucea algunas frases
y siente cómo todo su cuerpo vibra. Ya presiente el cambio. Se le estira
el cuello y le crecen las piernas. Su cuerpo adquiere la forma de una elipse y
comienzan a salirle plumas. Promete mejorar aunque sea mentira. Sabe que sólo
lo salvará el servilismo. El director se siente satisfecho.
Nuestro hombre respira profundo y se mira en el espejo, se convirtió
en un guanajo (pavo). Este cambio es peligroso. De mantenerse así puede
ser cazado y devorado por varios comensales hambrientos.
Termina la faena del día. Regresa feliz a su casa. No tuvo presión
laboral. Los tres equipos que debió reparar se los pasó a José,
su colega. Le hizo el mismo cuento de la suegra enferma y la mala noche que pasó.
Se ríe a carcajadas hasta llorar, su cuerpo vibra una vez más, se
estira y endurece. Alcanza la forma y tamaño de un gran lagarto. De ahí
sus falsas lágrimas de cocodrilo.
Llega a su hogar y lo intercepta Joaquín, el vecino de los bajos, que
cumplió 25 años en las cárceles de Castro por soñar
que iba a agredir a un dirigente político y cometió el error de
contárselo a un amigo. Le echaron 25 años de prisión. Se
consideró era un delito político.
Como de costumbre, Joaquín despotricó al gobierno. Ajax lo
escuchó pacientemente. Cuando aquél terminó de hablar
comenzó él. Señaló los errores de la Administración,
las históricas escaseces de alimentos y vestuarios, las falsas promesas
gubernamentales, el gastado discurso oficial y los deseos que tiene de abandonar
el país. Se observó las manos de soslayo. Ya no estaban allí,
en su lugar tenía cuatro patas. Se había transmutado en una hiena
que reía sin motivos aparentes.
Estas imágenes pertenecen a un ciudadano común que al
enfrentar diferentes situaciones adopta varias posturas defensivas. El caso no
constituye una excepción, es el resultado natural de la doble moral que
existe en Cuba adoptada por la inmensa mayoría del pueblo para subsistir
sin dejar rastros indeseados a lo largo de 42 años de duro bregar.
Los cubanos somos especies mutantes por excelencia. Las apariencias aquí
reflejadas representan imágenes virtuales de lo que en realidad pasa por
la mente de cada uno de nosotros. Lo cierto es que somos mutantes de mente y de
espíritu. Los cambios se producen instantáneamente. Dependen de
las situaciones.
Estoy sorprendida de mis observaciones. ¡Eureka! Espero que en los próximos
15 o 20 años la ciencia mundial encuentre un método para leer las
mentes de las personas. ¡De cuántos chismes nos enteraremos! Creo
que valdrá la pena. Así se terminará la hipocresía
en el planeta.
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