Paraíso
rojo
Claudia Márquez, Grupo Decoro
LA HABANA, enero - Luego de haberse perdido, desde el establecimiento del régimen
socialista, ha regresado a Cuba la festividad de los Reyes Magos. Muchos fuimos
los cubanos que crecimos sin la ilusión de que Melchor, Gaspar y Baltazar
complacieran nuestras peticiones. Para nosotros estaba muy claro que los
juguetes los irían a comprar nuestros padres y abuelos el día que
nos tocara en la lista pegada en la vidriera de la tienda. En ello no había
misterio ni fantasía. Así nos querían convertir en hombres
y mujeres nuevos.
Pero como las tradiciones no son fáciles de extirpar, ya por estos días
las familias cubanas tratan de "inventar" un juguete para sus hijos.
Incluso, durante meses hacen sus ahorros para poderle regalar algo a los más
pequeños.
En Cuba los juguetes son vendidos en dólares, y cualquiera de ellos
puede costar el salario de un profesional. Nunca olvidaré lo que escuché
decir a un niño que paseaba con su madre por la calle Obispo. El pequeño,
de unos seis años de edad, quedó deslumbrado por una cuña
de carrera que se exhibía en la vidriera. Ante la insistencia del niño
su madre le dijo que el dinero que ella ganaba, pesos cubanos, no servía
para comprar el juguete. Entonces, con la lógica de cualquier adulto, el
niño le respondió: "Mamá, entonces, ¿para qué
tú trabajas?"
A pesar de que en Cuba, como en cualquier país del mundo, hay niños
que viven en la marginalidad y a cuyos padres les resulta imposible satisfacer
sus sueños infantiles, tampoco a la sociedad civil independiente le ha
sido posible poner en práctica sus iniciativas en relación con la
festividad. Esta afirmación está avalada por hechos que resultan
absurdos e incivilizados. El año pasado, por ejemplo, el periodista
independiente Víctor Rolando Arroyo, de la provincia de Pinar del Río,
fue condenado a seis meses de encarcelamiento por el presunto delito de "especulación
y acaparamiento". La causa real fue que el reportero había adquirido
en las tiendas dolarizadas unos juguetes para distribuirlos entre los niños
pobres que viven en los barrios marginales de esa ciudad.
No menos bochornoso fue el caso del pedagogo independiente Roberto de
Miranda, que luego de ser hostigado por la Seguridad del Estado fue víctima
de un registro policiaco en su hogar donde le fueron decomisados juguetes y
libros para repartir entre los niños cubanos.
Para el gobierno de Cuba, increíblemente, llevar alegría a los
niños cuyos hogares se encuentran en la más absoluta miseria, en
el "paraíso del proletariado", constituye una actividad
subversiva.
El regreso de la festividad de los Reyes Magos a la Cuba de hoy es una
realidad que demuestra que los pueblos, a pesar de las inclemencias de la
historia, siempre tratan de conservar sus tradiciones.
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