Los
espejuelos de Lennon
LA HABANA, 4 de enero - Hace muy pocos días una estatua sedente del
Beatle Lennon quedó instalada en un parque céntrico del habanero
barrio del Vedado, justamente en el parque de 17 entre 6 y 8.
Desde el 8 de diciembre la efigie del compositor, músico y cantante
inglés recibe la atención de todos los curiosos que acuden al
mencionado lugar para satisfacer su deseo de fotografiarse en el banco junto a
la estatua. Incluso Lennon posee en La Habana, lo que le hubiera hecho falta en
New York, guardaespaldas.
Mas lamentablemente, a pesar de los cuidados de sus vigilantes, o mejor,
gracias al descuido de ellos, Lennon fue objeto de la atención de algún
caco. Sí, un ladrón.
Un fanático asesinó a Lennon en New York; un habanero, fanático
a coger lo que no le pertenece, le "tumbó" los espejuelos a la
estatua de John Lennon. Imagínese, el escultor Juan Villa no pensó
en soldarle los espejuelos a las orejas de la estatua. ¡Como si no viviera
en La Habana!
El Lennon estatuario, sentado en un parque del Vedado que nunca visitó,
fue víctima de algún ladronzuelo, un Lazarillo de Tormes caribeño,
un picaruelo tropical, urgido de dinero para costearse una Navidad y un fin de año
sabrosos.
Resulta que La Habana tiene los precios por los cielos, más elevados
que el edificio FOCSA -el más alto de la capital- y alcanzarlos no es
cuestión de subirse en una escalera, ni amarrarse un globo debajo de cada
axila y, entonces, hubo quien inventó robar los espejuelos del recién
estrenado bronce.
Hoy en Cuba no se salva nadie del atraco de cualquier ladronzuelo. ¡Caballero,
ni a John Lennon le han respetado los espejuelos!
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