Triunfalismo
infundado
Oscar Espinosa Chepe, economista independiente
LA HABANA, enero - De un desbordante triunfalismo y una edulcorada visión
de la realidad, que parecía describir a un país distinto a Cuba,
estuvieron impregnadas las intervenciones realizadas en el IV Período de
Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, celebrado a fines de
diciembre. Los continuados descalabros económicos y la profundización
de la crisis, con todos sus terribles efectos sobre el espíritu de la
nación, fueron ignorados, presentándose un cuadro lleno de
supuestos avances, únicamente existentes en las mentes de las
autoridades.
El continuado agravamiento de la posición financiera externa se
justificó como un mero resultado de una coyuntura negativa y, como
siempre, por las maquinaciones del enemigo... imperialista. Estos argumentos,
vacíos de contenido, no explican por qué a partir de 1994 el déficit
del intercambio comercial de bienes crece sin cesar y, en el 2000, por segundo año
consecutivo, se ha impuesto un récord histórico en el monto, lo
cual conduce al fortalecimiento de las tensiones en la balanza de pagos a un
grado insoportable para la economía. El déficit en cuenta
corriente podría ascender a 674,0 millones de dólares a fines del
año, según estimaciones de CEPAL, el nivel más alto desde
1991.
Aunque las autoridades trazan planes muy optimistas para el 2001, y
programan un crecimiento de las exportaciones superior al 20 por ciento y de las
importaciones de un 4,0 por ciento, todo parece indicar que esas cifras son
incumplibles y que la situación financiera externa seguirá complicándose.
En primer término, el comercio exterior cubano contará con
359,0 miles de toneladas de azúcar menos a causa de una zafra inferior a
la anterior, reducción que difícilmente podrá ser
compensada por un eventual incremento de la cotización internacional.
Tampoco el aumento de la producción de níquel en un 4,1 por ciento
sobre lo alcanzado en el 2000 es suficiente para ayudar al crecimiento
sustancial de las exportaciones totales, máxime cuando se esperan precios
más bajos.
Los otros productos disponibles, quizás con la excepción del
tabaco torcido, tienen pocas posibilidades de contribuir sensiblemente al
desarrollo de las exportaciones. Esto demuestra lo irreal de las metas previstas
para el intercambio comercial de bienes en el 2001.
En cuanto al turismo, se ha trazado un plan de llegadas de visitantes
ascendente a 2,0 millones de personas, igual al incumplido en el año
2000. El ingreso bruto se planifica sea superior en un 15,0 por ciento. Este
ambicioso programa implicará la reversión de la caída del
ingreso por visitante observada desde 1996. Pero el obstáculo mayor que
deberá enfrentar la actividad será el creciente aislamiento de la
Isla, en particular con España, una de las principales fuentes de
turistas, debido a la erosión en las relaciones a nivel de gobierno y
pueblo.
En estas complejas circunstancias, como factores importantes que podrían
ayudar a la economía cubana quedan las remesas, provenientes
fundamentalmente de Estados Unidos, y las inversiones extranjeras, proveedoras
además de tecnologías, de dinero fresco.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que se presenta otra amenaza. Existen
indicios de que la prolongada expansión de la economía
norteamericana, que ha durado 9 años, puede tener fin próximamente.
De suceder este fenómeno, pudiera provocar una desaceleración económica
a escala planetaria y, como consecuencia, complicar aún más la
delicada situación de Cuba, afectando el comercio, el turismo, las
remesas y la inversión extranjera. Por supuesto, crecerían los
obstáculos para el acceso al crédito extranjero, ya de por sí
enormes debido a la falta de solvencia del país.
Ello pudiera paliarse en cierta medida con una política dirigida a
aprovechar las vastas reservas productivas internas, al fomentarse la iniciativa
y la creatividad de los ciudadanos. No obstante, todo indica que no será
posible, pues actualmente el gobierno acrecienta el bloqueo sobre esos factores
y está cerrando paulatinamente los espacios abiertos a mediados de los años
noventa.
En ese contexto, puede esperarse que a pesar de la retórica
triunfalista oficial, el 2001 estará cargado de dificultades y con muy
pocas perspectivas de mejoramiento para la sociedad cubana.
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