Los rostros
denuncian
Milagros Beatón, APLO
SANTIAGO DE CUBA, enero - Sufren en silencio miles de ancianos cubanos, que
al jubilarse reciben una remuneración insuficiente para satisfacer los
gastos esenciales que demandan sus vidas.
Por las calles de Santiago de Cuba muchos de ellos deambulan diariamente y
tratan de conseguir "algo" para sobrevivir, porque son azotados por el
hambre y la pobreza, a pesar de que en la mayoría de los casos se trata
de pensionados por el Sistema de Seguridad Social, que les asigna una chequera
con derecho a un cobro mensual.
La Seguridad Social, lejos de garantizarle a estos compatriotas una vejez
digna y tranquila después de haber realizado una larga etapa de trabajo,
los desprotege, ya que la migaja que se les paga no corresponde a las
necesidades que demandan nuestros ancianos para vivir con decoro su última
etapa, de acuerdo a los precios existentes en el mercado interno.
Hoy, a casi 42 años de revolución, el jubilado por vejez
carece de todo y está condenado a la incertidumbre hasta que expire. Es
común que nuestros ancianos vistan ropas deterioradas, zapatos rotos, y
que sus gastadas figuras se desplacen trabajosamente de un lugar a otro de la
ciudad mientras tratan de vender alguna mercancía, intentan conseguir un
contrato de trabajo, piden limosna o buscan en los latones de basura.
Los funcionarios del gobierno comunista muestran a la opinión pública
internacional estadísticas sobre la Seguridad Social en Cuba. Tratan así
de enmascarar la ineficiencia de un sistema político que no puede ni
pagar debidamente a quienes le trabajaron por veinte o treinta años
ininterrumpidamente, pero los rostros viejos de esta sufrida Isla, sin discursos
ni campañas políticas, denuncian la realidad de los jubilados
cubanos.
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