Una nueva
era
Amarilis Cortina, Cuba-Verdad
LA HABANA, enero - El humor, esa característica que asiste a la
generalidad de los cubanos, no solamente implica alegría, sino que también
puede denotar hastío y cansancio.
Uno de los últimos chistes que este fin de año circula entre
los cubanos de acá expresa que "en La Habana tiraron varias bombas
que contenían comején para que éstos se coman las mesas
redondas".
Las llamadas mesas redondas son programas de televisión "informativos"
de índole política que el gobierno de Cuba diseñó a
raíz del caso Elián González Brotons, y como su frecuencia
es diaria y cada uno de ellos se prolonga durante varias horas han provocado la
indiferencia de muchos.
En la intimidad, hay personas que al referirse a dichos programas expresan: "Esta
gente siempre habla de lo mismo y llegan a las mismas conclusiones".
De tanto bombardeo político parcializado el pueblo ubicó a las
mesas redondas como blanco preferido de sus chistes. En realidad, quienes ven
esos programas televisivos por interés son los menos. Otros encienden su
equipo de TV, pero le quitan el sonido para no oír nada hasta que
concluyan. Y están los que ni siquiera se toman el trabajo de gastar
electricidad en las mesas redondas.
Sin embargo, también son muchos los que piensan que si esos programas
se abrieran a las opiniones alternativas y en ellos se desarrollaran verdaderos
debates, donde cada parte pudiera exponer libremente sus conclusiones, entonces
serían más interesantes y amenos. Pero... eso en Cuba no ocurre
hace más de cuarenta años.
Aquí los medios de difusión sólo sirven a la política
de un partido, en este caso al comunista, y por nada del mundo el director de un
programa de radio o televisión se atrevería a exponer puntos de
vista contrarios a los señalados por el sistema porque no sólo se
quedaría sin empleo, sino que podría enfrentar otros graves
problemas con el DSE (Departamento de la Seguridad del Estado).
Por tanto, la mayoría de la gente piensa resignadamente que se seguirá
escuchando eso de que "el gobierno de los Estados Unidos es el culpable de
nuestros males, quiere apoderarse de Cuba...", y otros tantos axiomas
falsos.
Aparte del humor, hay un sentimiento que se ha generalizado entre los
residentes de la Isla que incluso se transmite de padres a hijos cual si fuera
una herencia: es el miedo a expresarse con libertad, el miedo a decir lo que se
siente.
Es el temor a ser señalado como "desafecto a la revolución"
por protestar contra la injusticia; temor a perder el empleo o a no poder
estudiar; es, sencillamente, la fobia al término "contrarrevolucionario"
con que el gobierno de Cuba denomina a los que dicen lo que piensan.
Ese sentimiento de pánico se expandió como la yerba mala, y
amenaza con continuar su labor de erosionar criterios y personalidades durante
los próximos años.
Desgraciadamente, los cubanos de la Isla comenzamos así una nueva
era: hablando en voz baja lo que se siente y simulando a gritos ser lo que no
somos.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|