Reflexión
Ramón Díaz Marzo
LA HABANA, febrero - El intento del hombre a través de su Historia de
organizar su modo de vivir mediante la cueva, la tribu, el poblado, la ciudad,
la megalópolis o los campos de concentración, es asunto digno de lástima
o encomio.
Toneladas de papel se le ha dedicado a tan misterioso dilema: ¿el caos
o la organización? En ocasiones han sido toneladas de balas y bombas. Y
en tiempos más antiguos el asunto se ha resuelto con un interminable número
de pedradas, golpes de palo, patadas y piñazos.
Por eso siempre han resultado tentadores los versos del poeta español
Fray Luis de León: "¡Qué descansada vida / la del que
huye del mundo / y sigue la escondida / senda por donde han ido / los pocos
sabios que en el mundo han sido!"
Pero quien así, de modo individual, resuelva el dilema de la
existencia podría ser calificado indistintamente de egoísta,
cobarde y sabio.
El porvenir reclama nuestra participación en el sendero que aún
no existe; aunque sospechemos, a veces casi con certeza, que todo cuanto hemos
hecho y haremos, nos conduce indefectiblemente al apocalipsis.
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