Cubanos sin
esperanzas de vivir confortablemente bajo un techo
SANTIAGO DE CUBA, 18 de febrero (Juan Carlos Garcell, APLO) - El mal estado
en que se encuentran muchas edificaciones de Sagua de Tánamo, poblado de
la provincia Holguín, afecta a los residentes de esa región del país.
La Agencia de Prensa Libre Oriental (APLO) recorrió esa región
de Holguín y pudo entrevistarse con algunos afectados.
Leonor Tamayo reside en José A. Saco #70, vive con su hija de 9 años
que perdió un ojo en un accidente. Cuando llueve ella y la niña
tienen que cobijarse y cocinar en la casa de algún vecino que se lo
permita, pues el agua penetra a chorros por el techo. Seguridad Social no ha
hecho nada por ayudar a esta familia.
En iguales condiciones sobreviven Nancy y su hija de 14 años en
Felipe Romero y Subida del Anón. La mujer es trabajadora de Salud Pública
y en la temporada de lluvias no puede ni dormir (tampoco la menor) ya que todo
el tiempo tiene que estar colocando pedazos de nylon y vasijas sobre los muebles
para que las goteras no inunden el lugar o estropeen sus pocas propiedades.
Por su parte, Idalmis Naranjo no tuvo otra opción que cubrir el techo
de su vivienda con yaguas de palmas. Ella recurrió a todas las entidades
del Estado, pero ninguna le solucionó absolutamente nada. La mujer y su
hijo de 3 años viven en José A. Saco #60.
Un caso conocido por casi todos los pobladores de Sagua de Tánamo es
el de Nelsa. Ella reside en Anón #3 y su hijo menor murió en el
Servicio Militar Obligatorio. Una comisión de las fuerzas armadas la
visitó y, al ver en las condiciones en que vive, le prometió
resolverle una vivienda.
Sin embargo, han pasado ya cuatro años y Nelsa habita aún
entre paredes y un techo llenos de huecos por doquier. La mujer ha escrito a las
fuerzas armadas en varias oportunidades, pero nunca más se han puesto en
contacto con ella.
A Eneris San Miguel, que moraba en Bazán #4, le dijeron que saliera
un tiempo de dicha vivienda porque se la iban a reconstruir. Hace más de
un año de esa promesa. En la actualidad él, su mujer e hijo rondan
de lugar en lugar pidiéndole a sus amistades que le permitan estar unos días.
La respuesta de las autoridades ahora es que "no hay solución a su
problema".
Numerosas familias viven hace siete años en albergues colectivos, sin
privacidad. Fueron llevados a esos albergues después de la crecida del río
Sagua en 1993, que arrasó con decenas de casas, y mató varias
personas incluso algunos niños.
Ninguno de estos albergados tiene ya esperanzas de vivir decorosamente en
una vivienda. Quizás se encuentran en ese estado de escepticismo al ver cómo
se siguen construyendo hoteles para el turismo extranjero mientras su situación
permanece igual o peor después de tantos años.
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