Socialismo
dolarizado
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, febrero - La Dichosa es un bar ubicado en la esquina de Obispo y
Compostela, calles de la Habana Vieja. Allí, en la más antigua
zona de la capital de Cuba, proliferan los bares, restaurantes y todo tipo de
comercios. Unos, los menos, son nuevos. El resto, muy viejos, pero recién
remozados. La mayoría de ellos venden sus mercancías o productos
en dólares... en dólares norteamericanos.
Uno de esos antiguos establecimientos que ahora remozan para los turistas
extranjeros es La Dichosa.
Hace algún tiempo, la dicha no parecía favorecer a La Dichosa.
Allí se vendían paquetes de cigarrillos y cajitas de fósforos
de fabricación nacional, y se condenaba a los clientes a sed perpetua
mediante un letrero cuyo texto expresaba: "No hay agua".
Sin embargo, hoy La Dichosa recobra el sentido de su nombre gracias a los dólares
norteamericanos. Mesas de cuatro sillas, plantas ornamentales y una lámpara
de ocho bombillas que cuelga del techo le imprimen al lugar una presencia
impresionante.
En La Dichosa se escuchan voces y risas que indican que sus autores la pasan
muy bien. En verdad ha sido transformada en un sitio agradable donde se ofertan
tragos preparados, variadas bebidas y entremeses, así como algunos platos
fuertes. Funciona las 24 horas de cada día, pues el dólar es la
llave que abre todas las puertas en este país socialista.
Pero un aspecto llama la atención. Por el equipo de audio de La
Dichosa se escucha frecuentemente "Mi tierra", una canción de
nuestra compatriota Gloria Estefan, prohibidas ambas en los medios radiales y
televisivos cubanos.
La canción de marras, que refleja en su letra el amor y la nostalgia
del exiliado cubano por su patria, sólo puede oírse en comercios
como La Dichosa donde no sólo se le trata de sacar al extranjero hasta el
último dólar, sino que también son antros de la
inmoralidad: por un lado se le prohíbe a los nacionales escuchar el arte
de la Estefan y por el otro los dólares consiguen la licencia estatal
para que suene "Mi tierra".
Los que frecuentan La Dichosa son extranjeros que se hacen acompañar
de cubanos. Estos también tratan de sacarle a los visitantes un puñado
de dólares, a como dé lugar.
Hace algunos años, una consigna recorrió de punta a cabo el
territorio nacional. "Ahora sí vamos a construir el socialismo",
afirmaba la cláusula.
Y parece que está dando ya sus frutos. En la Habana Vieja, en el
Vedado, en las playas del Este y en múltiples regiones del país ya
llegó el prometido bienestar del socialismo. ¡Ah, pero sólo
con dólares!
¡Con los dólares todo, con pesos nada!
El hombre nuevo, ese ser que el Estado moldearía, terminó
siendo una sombra que va tras los extranjeros vendiéndole cualquier cosa,
hasta su cuerpo, a cambio de unos dólares norteamericanos.
Así llegamos los cubanos a una nueva etapa en el camino hacia el
comunismo. Todo lo necesario para vivir se vende en dólares y a los
proletarios le pagan en pesos.
"El peso cubano no es dinero en Cuba", se escucha frecuentemente.
El socialismo dolarizado agarró muy bien a la sociedad cubana, y
amenaza con prolongarse en este milenio.
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