CUBANET .INDEPENDIENTE

9 de febrero, 2001


Mala suerte en Pueblo Nuevo

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, febrero - De aceptar como buenos los datos publicados por la prensa oficiosa cubana, el 2000 habría terminado con menos de un centenar de días en los que se produjeron interrupciones del servicio eléctrico, popularmente llamadas apagones. El semanario Trabajadores informó el 18 de diciembre un total de 75, habidos hasta octubre, lo cual representaría un 45 por ciento de los ocurridos en 1997, cifras que parecen confirmar la percepción popular de una disminución de tales interrupciones, cuyo impacto en la memoria colectiva de los residentes de la Isla es tal, que una de las más importantes obras pictóricas cubanas de los 90 se titula, precisamente, El Gran Apagón. Se la debe al talento del pinareño Pedro Pablo Oliva, y no por gusto algunos lo llaman el Guernica del período especial.

Tal optimismo no oculta ciertos misterios dignos de análisis. Pueblo Nuevo, uno de los barrios del populoso municipio capitalino de Centro Habana, parece estar pasando por una racha de mala suerte. Desde diciembre, por lo menos, la barriada padece de alrededor de un apagón no previsto a la semana, siempre acompañado del peligro de las alzas de voltaje que se producen al restablecerse el servicio eléctrico, las cuales pueden "incinerar" a los motocompresores de los equipos de refrigeración doméstica no protegidos por estabilizadores de tensión o cuyos dueños, simplemente, fueron tomados desprevenidos.

Julio, mecánico de refrigeración residente en Pueblo Nuevo, afirma que él conoce en la localidad de por lo menos diez refrigeradores fuera de servicio, por ese motivo. De paso, uno de esos estabilizadores, el principal recurso preventivo, cuesta no menos de once dólares, alrededor del 60 por ciento del ingreso medio mensual por trabajador que el gobierno de Fidel Castro reportó al cierre del 2000.

La tremenda mala suerte de Pueblo Nuevo se comprende con un par de cálculos. Con sólo sufrir un apagón al mes, durante el 2000, le habría tocado más o menos 15 por ciento de las interrupciones reportadas por la prensa oficiosa. Como se dice en "cubano", ¡vaya salación!

En cuanto a los diez refrigeradores domésticos informados por Julio, son un mínimo por ciento de los alrededor de 80 mil que cada año pierden su valor de uso, debido principalmente a la rotura definitiva de sus motocompresores. Según datos de prensa, al 22 de noviembre de 1999 esperaban su turno en el sistema de reparación estatal más de 340 mil refrigeradores domésticos de los alrededor de dos millones de equipos propiedad de la población, afirman las fuentes.

Adquirido en dólares, más la mano de obra, sustituir el motocompresor sin acudir al Estado puede costar hasta más de cien dólares. Y no se obvien los méritos de la reparación estatal: en cuatro años se sustituyeron 270 mil máquinas, dice la prensa; lo cual indica, como de paso, que las roturas de ese tipo pudieron superar las 600 mil, más o menos 30 por ciento del total de equipos de refrigeración doméstica en manos de la población.

Aunque el promedio de años de operaciones de los refrigeradores domésticos isleños es de 18, vox populi es que la causa mayor de roturas mencionadas se debe a las alzas de voltaje que acompañan al restablecimiento del servicio eléctrico. Pueblo Nuevo -desde su más ilustre vecino hasta el más furtivo de los guayabitos- ruega a todos los santos. Mas, ya amenaza el índice de la maldición divina: entre el 26 de enero y el 4 de febrero, tres interrupciones; una de ellas de seis horas.

La prensa oficiosa -que conozca- no ha publicado el total de apagones habidos en el 2000. Como se citó anteriormente, hasta octubre se reportaron 75. Pueblo Nuevo aprieta los dientes, porque de las interrupciones posibles en el 2001, ya le tocaron por lo menos tres. No obstante, vale la pena un análisis más detallado de la cantidad admitida, pues el mismo revela nuevos motivos de preocupación.

Siempre según los datos de prensa, cabe deducir que las interrupciones del servicio eléctrico se comportaron del siguiente modo: entre enero y abril, 41; entre mayo y septiembre, 14; en octubre, 20. O sea, el último mes informado concentra la cuarta parte de los apagones reportados, razón por la cual puede suponerse un agravamiento de la situación; por cierto, aún sin hacerse público. ¿Estará saltando la liebre, a la altura de Pueblo Nuevo? ¿Sólo, en verdad, 75 apagones?

De acuerdo con Roberto González, especialista del Programa de Ahorro de Electricidad Cubano (PAEC), el consumo privado se mantiene a niveles razonables, pese a elevadas ventas de efectos electrodomésticos, sobre todo en la capital. González -un dato muy interesante- no parece dar mucha importancia a factores como la subida de los precios del petróleo o las consecuencias del embargo estadounidense y sus derivados, al tiempo que la emprende contra las empresas del Estado cubano, cuya reciente política de abandono de los acomodos de carga ha provocado sustanciales ascensos del consumo eléctrico en el horario pico (de 6 a 10 p.m.) y acercado el peligro de apagón, aún cuando ese abandono les cueste el doble y más a tenor de las tarifas del servicio. Sencillamente, están creando turnos laborales en horarios de mayor demanda, o los hoteles y hospitales consumiendo más electricidad en esos momentos máximos. Sin razón alguna, apunta González, aunque su opinión puede ser cuestionable, si se toma en cuenta qué aspectos sociales pudieran existir tras decisiones aparentemente tan locas. Pongo este ejemplo: ¿Justifica el ahorro realizar una operación quirúrgica no urgente en la madrugada? ¿Acaso puede olvidarse que el fenómeno cubano de El Apagón tuvo su origen en una estrategia energética profundamente desacertada, cuyo gran elefante blanco se llama Juraguá?

Una de las consecuencias de tal estrategia es la situación presente en la refrigeración doméstica, hija legítima de El Apagón. Si se acepta que para poner al día el escalafón de reparaciones pendiente se precisa de una inyección de 15 millones de dólares, seguida de 5 cada año, sin dudas influye el despilfarro originado por el abandono de los acomodos de carga. Pero, ¿es sólo eso? ¿Tan difícil es obtener ese dinero de una mayor efectividad de las inversiones, para sólo citar otro ejemplo? Por supuesto, la prensa oficiosa calla.

Entretanto, mala suerte en Pueblo Nuevo.


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