Peligro para
la vida
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, febrero - La vida, ya se sabe, es peligrosa. Pero si se vive
pensando únicamente en el peligro no se vive, además de que no se
merece. Merecer la vida es afrontar los peligros que conlleva. Un niño
sube a los árboles sabiendo que puede caerse, un soldado va a la guerra
sabiendo que puede morir, pero no dejan de hacerlo. El miedo inmoviliza. La vida
es movimiento. Para vivir hay que sobreponerse al miedo. Ser valiente es
precisamente eso, vencer el miedo que todos sentimos frente a la posibilidad del
fracaso, y subir al árbol el niño, ir a la guerra si se hace
menester, intentar el salto que exige cada momento. Quien permita que el miedo
lo detenga no vive.
En Cuba no se vive. No porque la gente tenga miedo sino porque no pueden
moverse. La sociedad cubana está estructurada de tal modo que la
inmovilidad es su sello más sobresaliente. Toda la actividad está
regida por fuerzas superiores que impiden disfrutar el riesgo. Todo está
estatuido, sancionado, encarrilado. El empresario no tiene capital propio que
ampliar o perder, el político no tiene ideas propias que debatir. Se
saben de antemano todos los resultados. El individuo es sólo un actor
disfrazado de gerente o periodista, militar o maestro que mientras mantenga la
compostura que le exigen las fuerzas superiores puede estar desempeñando
su papel en la comedia.
Así la vida en Cuba se torna una sosa fiesta de disfraces donde todos
arriesgan solamente la posibilidad de mantenerse en el escenario. Y permanecer
sobre las tablas resulta muy fácil, sólo hay que aceptar el guión
parlamento por parlamento, ademán por ademán; no proponer cambios
en los protagónicos aunque varíe la escenografía y, aunque
se esté fuera del teatro, aplaudir con frenesí al primer actor.
La vida en Cuba no tiene sobresaltos. Todo se disuelve entre Marchas del
Pueblo Combatiente y picadillo de soya. No hay de qué asustarse. Las
manifestaciones públicas y el condumio están garantizados. La vida
no corre más peligros que la de no ser vida. Por eso he pensado muchas
veces que cualquier ciudadano cubano podría presentar su petición
de refugio político en las sedes diplomáticas radicadas en el país.
No sería necesario probar que la policía política lo
persigue o impide su actividad opositora, que los centros laborales no le
otorgan empleo, que los medios de prensa oficiales tratan de desacreditarlo, que
se legislan decretos para encarcelarlo. Sólo sería necesario
responder, frente a la pregunta del funcionario encargado cuando le dijera: "¿Por
qué cree que su vida corre peligro?": "Porque la vida es
peligrosa y aquí no se corre el peligro que supone vivir. Para que exista
vida deben existir riesgos y, según afirman las fuentes oficiales, en
Cuba nadie corre peligro para su vida. Todo está bajo control, nadie vive".
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|