La rosca
Pedro Crespo, Grupo Decoro
LA HABANA, enero - Según el diccionario, rosca es una vuelta o
conjunto de vueltas en forma de una espiral, es decir, la parte activa de los
tornillos y tuercas, de las barrenas de gusanillos, de algunas guías,
entre otros. El caso es que el invento de la rosca tuvo, necesariamente, que
revolucionar al mundo y su utilidad se mantiene hasta nuestros días.
Mi tía Cuca se muestra obsesiva compulsiva cuando no puede rescatar
uno de esos pomos de la shopping, con tapa de rosca, que suele utilizar en la
cocina de la casa. Estos son los ideales para guardar, según ella, el
aromático café, después que lo tuesta. Los pomos de rosca
están presentes en la vida cotidiana, hasta para guardar las muestras
para análisis médicos.
La rosca nos permite, además, regular la cantidad de agua que vamos a
gastar para lavar la ropa y estirar el jabón. De forma permanente, la "llave
de paso" nos limita la "fuerza" del agua que consumirá
nuestro hogar. Y ya saben lo que nos sucede cuando a una de las "pilas"
de agua de la casa se le va la rosca: el sufrimiento y el gasto del preciado y
nunca bien ponderado líquido nos saca de quicio. La rosca ha invadido
tanto nuestra vida que la hemos incorporado, casi que genéticamente, a
nuestra existencia. ¿Quién no ha partido la rosca con el vecino,
pidiéndole favores?
Irse de rosca no es pasearse por el hilo de la rosca como lo haría un
simio en su momento de ocio, es análogo a "partir el bate de
aluminio" haciendo alusión a nuestro fanatismo beisbolero.
Se parte la rosca cuando sobrepasamos los límites del "otro"
o violentamos su integridad moral, sus derechos, su respeto. El bodeguero que
quita un poquito de arroz a cada consumidor, va consumiendo rosca hasta que la
llega a partir y le formamos el escándalo.
Hay quien está acostumbrado a pasarse de rosca con las mujeres, con
la esposa, con los hijos y con todo aquel que se le ponga delante.
Pasarse de rosca es saltar los límites, cualesquiera que sean, que
nos permiten vivir como sociedad en armonía, y todos, de acuerdo al grado
de responsabilidad que tengamos, corremos ese riesgo.
Judas no fue el primero en pasarse de rosca; antes que él existieron
otros. El modo adecuado y óptimo para evitar imitarlo y no pasarnos de
rosca es, también, antiguo como la humanidad: el Amor.
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