Ninguna ley
obliga a emigrar de un país
Alina Gonzalo, Cuba-Verdad
CIENFUEGOS, enero - El cielo no iluminado por las brillantes estrellas del
universo, los astros paralizados en su traslación y las mañanas
oscuras y húmedas son el escenario de un pueblo que anhela libertad, paz
y amor.
Todos sufren por no poder manifestar el sentir de sus corazones y el fracaso
de un período de supuesta recuperación.
Niños, jóvenes, adultos y ancianos desean seguridad en sus
vidas, que haya medicamentos, juguetes, alimentos, ropa, calzado, todo a precios
accesibles y en moneda nacional. Ellos, al encender sus telereceptores, no
quieren oír más de guerras ni de imperios enemigos inexistentes.
Muchos compatriotas desean fervientemente reunificarse con sus familiares
que viven en el extranjero, principalmente en Estados Unidos. Para ello, como es
casi imposible hacerlo de manera legal y los pasajes y trámites se cobran
en dólares, la gente recurre a cualquier medio o método para
lograr su propósito.
Hay quienes cogen las tuberías metálicas usadas en los
sistemas de regadío agrícola, las sellan pos ambos extremos y unen
una con otra para conformar unas especies de balsas. Otros compran pequeñas
y viejas embarcaciones de las que usan los pescadores y zarpan rumbo a la tierra
de la libertad. Incluso están los que se arriesgan subiéndose al
tren de aterrizaje de un avión con destino a cualquier lugar del mundo.
No hay ley que estimule u obligue a nuestra población a semejantes
huidas. No es la Ley de Ajuste Cubano la causante de las incontables muertes en
intentos de salir del país, sino la desesperanza generalizada y las
ansias de vivir libres en un lugar donde los rayos del sol estén acompañados
de leyes justas, donde impere la democracia.
Ninguna legislación lleva al ser humano a lanzarse de manera suicida
a recorrer un mar inundado por las temibles mandíbulas de los tiburones,
sino la escasez de medicinas, de alimentos, de vestido, calzado, de cuanto artículo
material se necesita para vivir decorosamente; pero, sobre todo, los cubanos
huyen por la abolición de las libertades individuales causadas por la
opresión de un grupo político.
Cuando llegue este verano, lamentablemente, otras naves rústicas
tratarán de ganar la península de la Florida. Intentarán
recorrer las noventa millas más disputadas de toda la historia humana. De
nada servirán las quejas de los voceros de las Mesas Redondas, de nada
valdrá que regresen a los que no pisen tierra libre, de poco sirven
amenazas, multas, juicios sin garantías procesales o encarcelamientos;
porque, pésele a quien le pese, el hombre siempre busca la libertad.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|