Recuento
para un fin de año feliz
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Cuando, ocultos en un bar o en una
casa de familia, jugábamos a los hijos traviesos del socialismo, no sabíamos
cuánto de patético tenían nuestras bromas.
Decir que en Cuba lo que no estaba prohibido era obligatorio, nos parecía
una ingeniosidad con visos poéticos. Afirmar que lo malo del comunismo
eran los primeros seiscientos años se nos antojaba una ironía
refinada.
De repente despertamos de nuestros juegos y caímos en la cuenta de
que nuestros charrasquillos tenían más de realidad que de
divertimentos.
Se acabó el bachillerato y los juegos de football, se acabó la
universidad y las novias temporales, se acabó el hechizo de que el futuro
sería nuestro, se acabó el tiempo de los sueños. El gordo
era un tronao del Partido; el jabao, un mutilado de Angola; el poeta, un gusano;
el músico, un quedaíto; el médico, un traidor.
El siglo en que nacimos se quedó atrás. Algunos conocimos la
nieve y el teatro Bolshoi, otros morimos en Somalia y vimos el desierto. Todo
para que nuestros hijos, que despertaron antes que nosotros, nos vieran como
tontos.
Las melenas que nos cortaron, ahora nos las dejan usar, pero ya sin el color
ni el brillo de las que nos tonsunaron. Nos permiten escuchar a Los Beatles,
pero ya John Lennon es una simple estatua. Lezama no es el coco sino un mito.
Podemos cartearnos con las novias que partieron hacia la Florida, pero ya son
abuelas. Los primos que abominamos por Camarioca ya pueden visitarnos, pero "nosotros,
los de entonces, ya no somos los mismos".
Nos dejan tener dólares y viajar a Miami -siempre que no seamos
disidentes. Celebramos ya las Navidades, gracias al Papa y las remesas; no
podemos ir a misa sin que un miliciano nos mire con recelo, consultar con el párroco
los asuntos del alma, pero sabemos que en el fondo, Dios nos mira con un poco de
lástima y el Partido con un poco de odio.
Hemos rectificado los errores del socialismo ortodoxo, quiero decir, del
real, del único que ha existido. Pero hasta ahora nadie ha encontrado el
bálsamo para las cicatrices que todo lo prohibido y todo lo obligado nos
han puesto en el alma durante estos 43 años que suman en realidad como
seiscientos.
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