Publicado el 24 de diciembre de 2001 en
El Nuevo Herald
Argel y La Habana firmaron acuerdos de cooperación
Argel, 24 dic --(EFE)-- Los gobiernos argelino y cubano firmaron en Argel
cuatro acuerdos de cooperación para la venta de crudo argelino y la
importación de medicinas cubanas, que se dieron a conocer hoy en esta
capital.
Por parte cubana suscribió los documentos el domingo el ministro de
Comercio, Orlando Hernández, y por el lado argelino el secretario general
del Ministerio de Comercio, Mohand Arezki Lunes.
El primer acuerdo define el marco jurídico de la cooperación
bilateral, y los otros tres conciernen a la exportación a Cuba de crudo y
petróleo derivado, la importación de azúcar, medicinas,
vacunas y equipamientos clínicos.
El representante cubano hizo hincapié en el acto de la firma en que
estos acuerdos sitúan las relaciones económicas y comerciales
entre los dos países "al mismo nivel'' que las políticas.
"Por nuestra parte, haremos todo lo que esté en nuestras manos
para que el compromiso adoptado en Argel no sea letra muerta'', apostilló
el ministro cubano. EFE
Un documental analiza a la prensa en el caso Elián
Wilfredo Cancio Isla. El Nuevo Herald
Un documental que analiza el papel de los medios de comunicación
durante el caso del niño Elián González fue estrenado el
viernes en la televisión belga, y sus realizadores esperan presentarlo en
Miami a comienzos del próximo año.
Elián, dirigido por la belga Marilyn Watelet y el polaco Szymon
Zalenski, recoge imágenes y testimonios en torno a la cobertura periodística
del drama del balserito cubano y de la batalla legal por su custodia.
"Es evidente que existieron diferentes opiniones y modos de hablar
sobre Elián, y nos interesaba mostrar las interpretaciones, muchas veces
contrapuestas, que motivaron el caso'', declaró Zalenski a El Nuevo
Herald.
Zalenski, quien abandonó Polonia en la etapa del régimen
comunista, dijo haber escogido la historia de Elián al percatarse de que "en
Europa aún la gente no ha logrado entenderla en todas sus
implicaciones''. "Queríamos contar esa historia desde diferentes
puntos de vista'', agregó.
Luego de concebir el proyecto, ambos cineastas viajaron en varias ocasiones
a Estados Unidos desde comienzos del pasado año. Los rodajes en Miami
duraron tres semanas en julio, e incluyeron entrevistas con reporteros de
diarios, agencias de noticias y cadenas de televisión norteamericanas
involucrados en el seguimiento noticioso del caso.
Watelet explicó que solicitaron también permiso para viajar a
La Habana y entrevistar a los periodistas que cubrieron la noticia en la isla,
pero el gobierno cubano no se los concedió.
Watelet y Zalenski son también autores de Fin de siglo (1994), un
documental sobre la otrora flamante tienda habanera que los realizadores
concibieron como "metáfora perfecta de la realidad cubana''.
Fin de siglo, que ha sido mostrado en Miami en varias oportunidades, había
sido rechazado por la dirección del Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano de La Habana.
De todas formas, Watelet visitó Cuba en los días finales de
1999, en medio de la efervescencia propagandística que se generó
en la isla para exigir la repatriación del menor.
"Estuve allí escuchando las mesas redondas, las marchas y las
opiniones de la gente en la calle'', relató Watelet. "Todo esto me
pareció una atmósfera de esquizofrenia colectiva que arrastró
también a la prensa oficial''.
El filme, de una hora de duración, fue producido por la compañía
francesa AMIP a un costo cercano a los $200,000.
Se espera que en los próximos meses sea mostrado también para
los televidentes de Francia, Finlandia, Canadá, Gran Bretaña y
Polonia.
Watelet y Zalenski piensan viajar a Miami para mostrarlo aquí como
parte del Ciclo de Cine Cubano que auspicia el Miami-Dade Community College
(MDCC).
La analista arrestada pudo influir en militares de EU
Rui Ferreira. El Nuevo Herald
Lo que empezó por ser un juicio sobre la actividad de una red de
espionaje en el sur de la Florida contra el exilio cubano e instalaciones
militares estadounidenses, terminó sacando a flote las preocupaciones y
el interés que parecen tener sectores militares sobre el futuro de la
isla.
Pero, ¿es genuino ese interés, o el testimonio de dos generales
estadounidenses en un tribunal de Miami a favor de los cinco acusados de
espionaje fue la consecuencia de informaciones deliberadamente distorsionadas
sobre la isla?
"Hay quiénes creen que se debe negociar con el ejército
en Cuba una transición pacífica, tranquila, posiblemente con [el
ministro de defensa] Raúl Castro'', dijo el analista Ernesto F.
Betancourt.
Son los mismos oficiales que también han abogado por una mayor relación
de trabajo con el régimen cubano en materias como el combate al tráfico
de drogas y el terrorismo, entre ellos el general Barry McCaffrey, el zar
antidrogas de la administración de Bill Clinton, quien llegó a
proponer la inclusión de La Habana en un grupo de trabajo anti narcóticos
estadounidense, con acceso a equipos e informaciones de inteligencia.
Betancourt aseguró esta semana a El Nuevo Herald que el testimonio de
esos oficiales retirados en el juicio estaría fuertemente influido por
los análisis que les fueran transmitidos durante años por alguien
a quien ahora las autoridades han acusado de espiar para la isla.
Se trata de Ana Belén Montes, analista principal para asuntos cubanos
de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA). El 21 de septiembre, agentes de
la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) entraron a su oficina en las afueras
de Washington y la acusaron de enviar a la isla informes sobre maniobras
militares y datos sensibles y clasificados.
Belén Montes no era un personaje cualquiera en Washington. Pertenecía
al grupo de trabajo interagencias sobre Cuba y "daba análisis sobre
la isla a gran parte de los militares y funcionarios de alto nivel del
gobierno'', dijo Jaime Suchliki, director del Centro de Estudios Cubanos y
Cubanoamericanos de la Universidad de Miami.
Uno de esos análisis fue el controvertido informe enviado al
Capitolio en marzo de 1998 donde se consignaba que Cuba no representaba una
amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sus conclusiones fueron esgrimidas con vehemencia durante el juicio a los
espías por el general retirado Charles Wilhelm, ex jefe del Comando Sur,
y el ex almirante Eugene Caroll, para desestimar la importancia de los agentes
cubanos en el sur de la Florida.
Ambos estuvieron este año en la isla, donde cenaron con el gobernante
Fidel Castro y sostuvieron un amplio intercambio de opiniones con oficiales de
las fuerzas armadas y el ministerio del Interior.
"[Castro] entendió que estábamos interesados en explorar
las posibilidades de una mejor cooperación entre las agencias policiales
[de los dos países]. El tráfico de drogas, migración y
terrorismo, son amenazas serias para las dos partes, y si quieren acabar con
esos problemas, los dos países tendrán que trabajar en conjunto en
alguna medida'', dijo sobre la visita el general Edward B. Atkenson en un artículo
publicado en mayo en la revista Army.
Pero, según Suchliki, las preocupaciones de los militares
estadounidenses van más allá del narcotráfico, la migración
o el terrorismo. "Temen el futuro. Temen una transición violenta
donde la situación se les pueda ir de la manos y necesitan alguien con
quien identificarse para asegurar lo contrario'', dijo.
Puede ser, argumenta Betancourt, pero el hecho es que Belén Montes
adquirió importancia en este caso porque, a raíz de su arresto, se
supo que ella tenía una influencia prácticamente ilimitada en la
formación de opinión de los militares sobre la isla. "Wilhelm,
Atkenson, Caroll, todos ellos leían sus informes y se fiaban de ella'',
dijo Betancourt.
Un oficial de la comunidad de inteligencia dijo a El Nuevo Herald a raíz
del arresto que, "aunque a veces sus opiniones [las de Belén Montes]
pertenecían al sector minoritario [de los especialistas en asuntos
cubanos], la escuchábamos con atención'' y, según
Betancourt, esa "atención'' pudo llegar a un punto en que esos
oficiales "perdieron la noción de quién es nuestro
adversario''.
Suchliki no duda que las opiniones de Belén Montes estuvieran
condicionadas por su trabajo clandestino. "Le convenía a Castro que
ella diera la impresión de que él no desea un enfrentamiento'',
dijo.
"A lo mejor los cubanos la querían para eso mismo, para dejarle
saber a Estados Unidos sus verdaderas intenciones. Creo que es algo que no
sabremos pronto'', declaró Mark Falcoff, subsecretario en la administración
Carter.
Al margen de si Belén Montes distorsionó o no la realidad en
sus recomendaciones de alto nivel, las consecuencias de sus actos parecen haber
logrado esos objetivos.
"La noción ingenua de que se puede confiar o cooperar con Castro
ha penetrado en el pensamiento de nuestros militares, pese a la abundancia de
pruebas de que ha sido y es un importante adversario de nuestro país'',
afirmó Betancourt.
En los últimos meses los círculos de análisis de
asuntos cubanos a alto nivel parecen querer frenar la introducción de
conceptos que difieran de los ya establecidos.
"He llegado a la conclusión de que usted no consideraría
escuchar ninguna idea fuera de las conclusiones a que ya arribó sobre
Cuba'', escribió Betancourt en un correo electrónico enviado a
Steven Metz, director del Army War College.
De hecho, ninguno de los grupos de trabajo de alto nivel sobre la isla
tienen entre sus integrantes a ex funcionarios o militares que hayan servido
bajo las ordenes de Castro. Hace unos meses, Betancourt señaló la
incongruencia al Naval War College, pero no obtuvo respuesta.
"Me parecía que los aportes de cubanos interpretando la realidad
cubana tienen algún sentido y podrían ser útiles'', afirmó. |