CUBANET .INDEPENDIENTE

24 de diciembre, 2001


USA y Cuba: un taller de restauración

Ramón Díaz-Marzo

LA HABANA VIEJA, diciembre (www.cubanet.org) - Un selecto grupo de estudiantes norteamericanos, pertenecientes a una Universidad en Michigan, se encuentran trabajando en el edificio de la Biblioteca "Amigos del País", situado en la Avenida Carlos III, hoy conocido por el Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba.

Junto a sus homólogos cubanos están impartiendo una suerte de seminario o encuentro amistoso de restauradores de tapas de libros viejos de los siglos XVIII y XIX.

Este reportero supo de este encuentro por pura casualidad cuando andaba por el lugar buscando un baño. Esto ocurrió a las 10 de la mañana, y cuando traspuse el local de la vetusta institución, fui interceptado por una mujer encargada de recepcionar los maletines y llenar boletos donde hay que escribir el nombre y la ocupación de uno.

Cuando le dije a la mujer que solo quería pasar al baño de la institución, ya que mi vejiga no aguantaba más, ésta me informó que no podía pasar, por estar prohibido el acceso al publico ya que se celebraba un evento.

En esos mismos instantes vino una señora de lo más agradable, que después me enteré es la directora del lugar, y confundiéndome con algún invitado me dijo que podía pasar, pero la recepcionista le explicó cuáles eran mis propósitos, hecho que me impulsó a decirle de inmediato a la directora que yo era un escritor cubano (lo cual ya no es mentira) y sólo quería pasar un momentico al baño. A lo que la directora reaccionó con humanidad y le dijo a la recepcionista que me dejara pasar.

Dejé, pues, el maletín a la entrada, y fui directamente al baño por saber, desde hace muchos años, dónde se encuentra el mismo. Pero mientras cruzaba paralelo a las ventanas interiores de la biblioteca que apuntan hacia un bello jardín, de una simple hojeada divisé a un grupo de jóvenes norteamericanos que, junto a jóvenes cubanos, y armados con pomos de pegamento especial, tijeras, desinfectantes, y otros utensilios propios de los antiguos encuadernadores de libros, se agrupaban alrededor de las mesas de lectura. Así que mientras me libraba en el baño de mi propio líquido pensé que quizás estaba ante una noticia por pura casualidad.

Cuando regresé al salón de entrada del edificio recuperé mi mochila, y saqué mi libreta de notas y la pluma. Llamé a la recepcionista para entregarle otra vez la mochila y decirle que deseaba entrar para reportar lo que ocurría.

- ¿Es usted periodista? -preguntó la recepcionista.

- Sí -respondí.

- Tiene que esperar a que la directora regrese.

- De acuerdo.

Pero en esos momentos salió una mujer madura y bella que preguntó quién yo era. Le respondí que era periodista y aunque estaba en el lugar por casualidad, tenía la impresión de encontrarme ante una noticia. La bella mujer estuvo de acuerdo y me antecedió hasta el lugar donde estaba una bonita norteamericana, que al saber que yo era periodista se entusiasmó.

Sin embargo, apenas establecía yo un diálogo con la norteamericana, vi venir hacia mí a una mujer madura que evidentemente era la jefa de todo aquel encuentro por la parte estadounidense. Me preguntó para qué periódico yo trabajaba y le respondí que para la página Web de CubaNet. Me preguntó que dónde se encontraba la sede de mi página Web, y le respondí que en Miami, Florida, USA. Entonces su rostro cambió de expresión. Con una mirada dura me dijo que aquel evento o encuentro no tenía un carácter institucional, sino privado, de ella misma. Ante la negativa de la estadounidense me retiré sin conocer su nombre ni específicamente a cuál de las Universidades de Michigan pertenecía aquel grupo de jóvenes.

Lo cierto es que el encuentro entre jóvenes amantes del libro restaurando la tapa de los libros viejos que guarda el Instituto, verdaderas reliquias del arte de hacer libros, me pareció algo hermoso. Y lo único que ahora me estoy preguntando es por qué, cuando mencioné la palabra Miami, la expresión de su rostro cambió de la amabilidad al rechazo.

Creo que los norteamericanos que vienen a Cuba no deberían, en nombre de la libertad de expresión, virarle la espalda a los periodistas independientes cubanos que, aunque la ley no los respalda, ante las leyes humanas tenemos el mismo derecho de estar informados e informar como lo suelen hacer por su trabajo los periodistas oficiales.


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