USA y Cuba:
un taller de restauración
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA VIEJA, diciembre (www.cubanet.org) - Un selecto grupo de
estudiantes norteamericanos, pertenecientes a una Universidad en Michigan, se
encuentran trabajando en el edificio de la Biblioteca "Amigos del País",
situado en la Avenida Carlos III, hoy conocido por el Instituto de Literatura y
Lingüística de Cuba.
Junto a sus homólogos cubanos están impartiendo una suerte de
seminario o encuentro amistoso de restauradores de tapas de libros viejos de los
siglos XVIII y XIX.
Este reportero supo de este encuentro por pura casualidad cuando andaba por
el lugar buscando un baño. Esto ocurrió a las 10 de la mañana,
y cuando traspuse el local de la vetusta institución, fui interceptado
por una mujer encargada de recepcionar los maletines y llenar boletos donde hay
que escribir el nombre y la ocupación de uno.
Cuando le dije a la mujer que solo quería pasar al baño de la
institución, ya que mi vejiga no aguantaba más, ésta me
informó que no podía pasar, por estar prohibido el acceso al
publico ya que se celebraba un evento.
En esos mismos instantes vino una señora de lo más agradable,
que después me enteré es la directora del lugar, y confundiéndome
con algún invitado me dijo que podía pasar, pero la recepcionista
le explicó cuáles eran mis propósitos, hecho que me impulsó
a decirle de inmediato a la directora que yo era un escritor cubano (lo cual ya
no es mentira) y sólo quería pasar un momentico al baño. A
lo que la directora reaccionó con humanidad y le dijo a la recepcionista
que me dejara pasar.
Dejé, pues, el maletín a la entrada, y fui directamente al baño
por saber, desde hace muchos años, dónde se encuentra el mismo.
Pero mientras cruzaba paralelo a las ventanas interiores de la biblioteca que
apuntan hacia un bello jardín, de una simple hojeada divisé a un
grupo de jóvenes norteamericanos que, junto a jóvenes cubanos, y
armados con pomos de pegamento especial, tijeras, desinfectantes, y otros
utensilios propios de los antiguos encuadernadores de libros, se agrupaban
alrededor de las mesas de lectura. Así que mientras me libraba en el baño
de mi propio líquido pensé que quizás estaba ante una
noticia por pura casualidad.
Cuando regresé al salón de entrada del edificio recuperé
mi mochila, y saqué mi libreta de notas y la pluma. Llamé a la
recepcionista para entregarle otra vez la mochila y decirle que deseaba entrar
para reportar lo que ocurría.
- ¿Es usted periodista? -preguntó la recepcionista.
- Sí -respondí.
- Tiene que esperar a que la directora regrese.
- De acuerdo.
Pero en esos momentos salió una mujer madura y bella que preguntó
quién yo era. Le respondí que era periodista y aunque estaba en el
lugar por casualidad, tenía la impresión de encontrarme ante una
noticia. La bella mujer estuvo de acuerdo y me antecedió hasta el lugar
donde estaba una bonita norteamericana, que al saber que yo era periodista se
entusiasmó.
Sin embargo, apenas establecía yo un diálogo con la
norteamericana, vi venir hacia mí a una mujer madura que evidentemente
era la jefa de todo aquel encuentro por la parte estadounidense. Me preguntó
para qué periódico yo trabajaba y le respondí que para la página
Web de CubaNet. Me preguntó que dónde se encontraba la sede de mi
página Web, y le respondí que en Miami, Florida, USA. Entonces su
rostro cambió de expresión. Con una mirada dura me dijo que aquel
evento o encuentro no tenía un carácter institucional, sino
privado, de ella misma. Ante la negativa de la estadounidense me retiré
sin conocer su nombre ni específicamente a cuál de las
Universidades de Michigan pertenecía aquel grupo de jóvenes.
Lo cierto es que el encuentro entre jóvenes amantes del libro
restaurando la tapa de los libros viejos que guarda el Instituto, verdaderas
reliquias del arte de hacer libros, me pareció algo hermoso. Y lo único
que ahora me estoy preguntando es por qué, cuando mencioné la
palabra Miami, la expresión de su rostro cambió de la amabilidad
al rechazo.
Creo que los norteamericanos que vienen a Cuba no deberían, en nombre
de la libertad de expresión, virarle la espalda a los periodistas
independientes cubanos que, aunque la ley no los respalda, ante las leyes
humanas tenemos el mismo derecho de estar informados e informar como lo suelen
hacer por su trabajo los periodistas oficiales.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|