El juego del
gato y del ratón
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - El mercado agropecuario de La
Palma, ubicado en el municipio habanero Arroyo Naranjo, siempre está
repleto de público que le compra los productos a cuentapropistas y
vendedores estatales. Por sus alrededores, también hay numerosas personas
que tratan de vender sus mercancías, aunque éstos no tienen
permiso del gobierno para efectuar esa actividad comercial.
Estos vendedores ilegales por necesidad venden cualquier cosa: especias,
laticas de pomada china, prendas de vestir de mala calidad, velas, escobas y una
variada gama de productos agropecuarios que le hace muy buena competencia a los
que se ofertan en el interior del mercado de La Palma.
La siguiente escena se reproduce cada día en esta plaza. Entre los
pregones en voz baja de los vendedores ilegales, se escucha el grito de alarma:
"¡Agua, agua!". De inmediato, y con impresionante precisión,
cada uno de los vendedores ilegales esconde sus mercancías en una jaba y
se pierden en la muchedumbre como si fueran compradores.
La palabra "agua" es la contraseña, el aviso de que se
acercan los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (generalmente
oriundos de las provincias orientales del país), quienes al llegar al
mercado de La Palma se golpean una de sus manos con el bastón de goma que
manipulan en la otra, en un gesto que muchos interpretan amenazador y traducen
como "Si había alguna operación de compra venta ilegal, se
acabó porque llegamos nosotros, los agentes del orden".
Sin embargo, a veces algún que otro anciano que intenta vender
cualquier baratija no logra recoger a tiempo su mercancía y los agentes
de la PNR se ensañan con ellos, les imponen altas multas y les quitan lo
poco que tienen.
Entonces, se escucha el comentario de costumbre: "¡Qué
trabajo se pasa para vivir en este país!" Y también la mayoría
simula que no oyó nada, porque asentir a expresiones de este tipo es muy
peligroso en "el país más democrático del mundo".
Algunas veces los vendedores ilegales son sorprendidos por operaciones relámpago
de la PNR, en las que de momento el mercado es rodeado por camiones u ómnibus
de los que descienden decenas y decenas de gendarmes que apresan y suben a los
vehículos a decenas y decenas de sospechosos. Después vienen las
multas y los decomisos tradicionales.
"Este es el juego del gato y del ratón. La policía viene,
nosotros nos escondemos. La policía se va, nosotros seguimos vendiendo",
dijo una vendedora ilegal.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|