Día
del maestro en Cuba
Miriam Leiva
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Gran problema se presenta a los
padres el día del Maestro, el 22 de diciembre. Con el bolsillo familiar
casi vacío, los regalos para los maestros y el personal auxiliar se
convierte en un verdadero dolor de cabeza. En primaria es algo más
sencillo, de dos a cuatro personas, pero en secundaria pueden ser más de
diez.
Los niños no conciben llegar a la escuela ese día con las
manos vacías. Tanto ellos como sus padres sienten vergüenza y quedarían
muy mal vistos. Inconscientemente se produce una competencia. También está
la fiestecita, para la cual se debe aportar algún comestible o refresco.
Además, esta fecha coincide con los festejos y regalos de fin de año,
sin contar los compromisos previos con algún médico el 3 de
diciembre, por lo que se requiere calcular mucho cuánto invertir. Pero,
por más que se hagan números, las cuentas no dan.
Días antes, las madres husmean en las tiendas dolarizadas, después
de los malabares para conseguir ese tipo de moneda. La mayoría busca lo
menos costoso, aunque poco encuentra, ya que apenas hay rebajas u ofertas
especiales de temporada. Los surtidos reflejan la crisis económica
nacional. Así, los maestros son atiborrados de frascos de perfume y
colonias, creyones de labio, sostenedores y pantaloncitos baratos. Muchos
preferirían artículos más prácticos, como café,
cigarrillos, aceite y otros comestibles, porque a ellos también los
perjudica la escasez.
Es difícil agasajar al buen educador. Nunca ningún salario será
adecuado para recompensar al forjador de intelecto, al modelador de la
personalidad de los niños, jóvenes y hasta adultos. Si se piensa
en el cúmulo de conocimientos que transmite, cómo contribuye a
desarrollar el ansia de saber, a incentivar el amor por la investigación
y a grabar en cada estudiante la educación formal, se comprende por qué
los maestros merecen gran reconocimiento social y mayor respeto.
En Cuba, las condiciones laborales son muy adversas también para los
educadores. Las escuelas han atravesado y siguen atravesando un proceso de
paulatina destrucción. Carentes de reparaciones mínimas. Han
pasado años sin agua, ni baños, aulas despintadas, ventanas y
puertas rotas, sin iluminación ni ventilación adecuadas, techos
con filtraciones, patios sin desagües y, por consiguiente, inundaciones en
tiempo de lluvia.
Aunque en el curso 2001-2002 se han reparado algunas escuelas en Ciudad La
Habana, todavía la mayoría de ellas está en mal estado.
Esta situación no sólo influye sobre el educador, sino que
deforma la consideración de los niños hacia el cuidado de los
edificios y demás bienes muebles escolares, utilizados año tras año,
rotos, sucios. Ello se revierte en la atención al hogar propio e incluso
hacia la persona de los estudiantes para el resto de sus vidas.
Por otra parte, los maestros son sobrecargados por las exigencias de
participación en actividades políticas, encuentros metodológicos
y preparación de clases que consumen muchas horas. Perciben salarios
bajos, devaluados progresivamente según las fluctuaciones del peso frente
al dólar.
Todo esto ha ocasionado el desplazamiento de los maestros hacia labores
mejor remuneradas como el turismo o, sencillamente, la confección y venta
de alimentos, pues no pueden impartir clases particulares con lo cual compensarían
bastante sus limitados ingresos.
De tal suerte, en un país donde hubo un número elevadísimo
de profesores, ahora se llegó a no tener suficientes en las aulas del país,
por lo que se establecieron escuelas de formación emergente de
educadores.
Es una obligación de toda la sociedad crear condiciones para el
desempeño de su labor, así como gratificar adecuadamente a estas
personas, cuya labor es tan abnegada. Como de inmediato esto no es posible, en
muchos lugares los padres se disponen a reunir el regalo que cada quien aporte
para que todos los maestros reciban uno. Se hará una fiestecita y siempre
se procurará compartir con ellos la formación de ese niño
travieso o malcriado, del pequeño algo torpe de entendimiento o del
geniecito sobresaliente.
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