Jorge H. Fonseca, Cuba
Nueva. 20 diciembre, 2001. Actualizado: 06:59 hora de Cuba.
Jorge H. Fonseca, 19 de Diciembre de 2001 - Cuba, a pesar de ser un país
pequeño, que no posee yacimientos de petróleo, uranio, ni otros
recursos estratégicos, ha sido, desde finales el siglo XIX, una pieza
codiciada por los países ricos del mundo desarrollado. Fue el último
país a liberarse del colonialismo español en América
Latina, pagando una cuota de sacrificios como ninguno de sus hermanos
latinoamericanos.
Para poder afirmarlo, basta constatar el hecho impactante de que España,
a finales del siglo XIX - cuando no existía aviación y un viaje
entre la metrópoli y la Habana demoraba semanas - desplegó en Cuba
más soldados españoles, que soldados norteamericanos fueron
enviados a Viet Nam en la etapa más dura de esta otra conocida contienda
bélica del siglo XX.
Historiadores cubanos del exilio, de renombrado prestigio académico
han denominado a Cuba como "la Viet Nam del siglo XIX", lo que se
constituye en una verdad histórica inobjetable, no solamente por el
volumen de tropas extranjeras enviadas a la isla, como por la posterior cuota de
sacrificios materiales y humanos que se ha visto obligada a realizar durante
todo el siglo XX, que culminara con la imposición de la "revolución(?)
socialista" de Fidel Castro, cuyo "mérito" principal, al
final del doloroso camino recorrido, ha sido devolverle la isla a los españoles.
Después de cuarenta y tres años de un sistema estéril
política, social, económica e moralmente, la "revolución(?)
cubana" ha empobrecido al pueblo de Cuba a niveles comparables a los peores
índices africanos. Habiendo proclamado el "fin del capitalismo"
y de la "dependencia extranjera", mediante de la confiscación
de las propiedades norteamericanas en la isla a inicios de los sesenta, entra en
el siglo XXI con un nuevo ciclo - ahora de devolución - de esas mismas
propiedades norteamericanas, entregándoselas al capital español,
mexicano y canadiense, cerrando así una espiral involutiva que regresa al
mismo punto de antes, pero a un nivel inferior: simplemente, si vamos a re
construir el capitalismo - como lo está haciéndolo Fidel Castro
actualmente - hagámoslo con los maestros y no con los aprendices.
Fidel Castro cambió el régimen capitalista y democrático
existente antes de la "revolución(?)", donde los cubanos teníamos
derecho a ser dueños de nuestros propios negocios, bañarnos en
nuestras propias playas y entrar en nuestros hoteles, implantando un sistema
capitalista en la economía pero dictatorial en lo político, donde
los cubanos no podemos entrar en nuestros hoteles ni bañarnos en nuestras
playas, teniendo que trabajar para el estado por miserables 10 dólares al
mes (mucho peor que antes) y sin derechos a ser dueños de nada en nuestra
propia tierra, donde solamente tienen derechos económicos los españoles,
mexicanos o canadienses.
La hoja de parra de defensor de los "intereses nacionales" que
Fidel Castro acostumbra a enarbolar en las tribunas internacionales, ha dado
paso al mismo trámite burocrático y vergonzoso de rendir cuentas a
misiones extranjeras, como la que acaba de ser recibida en Cuba, procedente de
la Unión Europea, a la que los personeros del régimen tuvieron que
"dar explicaciones", exactamente igual como se le rinden cuentas a los
funcionarios del FMI o el Banco Mundial cuando realizan similares inspecciones
en los países con "problemas".
Hemos visto el aumento de la frecuencia conque los representantes de la Unión
Europea declaran, después de las reuniones con los ministros en la
Habana, acerbas críticas sobre el pobre cumplimiento de las "metas"
previamente acordadas con el régimen cubano, en una bochornosa demostración
de que lo único que ha hecho Fidel Castro es cambiar de patrono.
¿Para qué entonces ha servido la "revolución(?)"?.
Veamos: en el aspecto político, partido único y dictadura
unipersonal; en el aspecto económico, capitalismo feudal, donde los
cubanos carecen de derechos económicos, solamente ejercidos por "los
extranjeros"; en lo social, falta de libertad individual y de pensamiento,
imposibilidad de asociación, empobrecimiento, prostitución y
enfermedades propias de la desnutrición; y en el aspecto moral, corrupción
endémica de todos y cada uno de los ciudadanos, que se ven precisados a "resolver",
a través de pequeños hurtos, presionados por la carestía
extrema a que el estado los somete.
Si no fuera trágico, pudiéramos decir que "la revolución(?)"
no ha pasado de un mal entendido: Fidel Castro se equivocó, pero no
quiere dejar de ser dictador vitalicio e inventa reuniones, consignas y
movilizaciones, para que no nos percatemos de su estafa.
Si alguien en la Habana grita bien fuerte !ATAJA!, de seguro el estafador
sale corriendo.
ajhfonseca@hotmail.com |