La "peste"
avanza
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Cuando el próximo 20 de este
mes la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (parlamento) inicie sus
sesiones, una de las preguntas dignas del momento será la de si los señores
diputados dedicarán parte del breve tiempo que es propio a esos
encuentros plenarios a uno de los azotes mayores por los que hoy pasa la
agricultura cubana.
A primera vista, tal azote tiene una causa primera y un efecto segundo: el
estado notable de subutilización de las tierras agrícolas de Cuba
y la proliferación del marabú, planta espinosa traída a la
isla con propósitos decorativos entre fines del siglo XIX y principios
del XX. La misma se adaptó a las condiciones del país y hoy invade
una buena porción de la superficie agraria isleña, para devenir el
símbolo histórico del desgobierno agrícola, tanto antes
como después del triunfo revolucionario de 1959.
Así, antes del advenimiento del gobierno de Fidel Castro, severos críticos
señalaban a la proliferación del marabú como la
consecuencia del latifundio privado; a inicios del siglo XXI unas palabras de Raúl
Castro ponen en solfa al actual modelo agrícola cubano, signado por el
estatismo que cada día demuestra su incapacidad de alimentar plenamente a
la nación, más allá de los reales impactos de la política
de sanciones económicas unilaterales de Estados Unidos a la Isla.
Tales palabras son éstas: "Se me engurruña (el corazón)
cuando veo a lo largo de todo el país, al lado de algunas cabeceras
municipales y hasta provinciales, al marabú tapando las vaquerías..."
(Granma, 13 de marzo 2001).
Aunque al interior de la isla no se han divulgado cifras completas sobre cuánta
superficie agrícola se encuentra invadida por marabú, esas
palabras de Raúl Castro, así como el estado de notoria
subutilización de las tierras agrarias, sirven de índices bastante
seguros para apreciar la magnitud del problema. En las condiciones cubanas,
tierra abandonada se hace inmediatamente proclive al ataque del marabú,
pues si las semillas de esta planta, transportadas por el aire de forma natural,
hallan terreno donde no exista sombra, germinan y echan extendidas raíces.
Estudios de Juan Tomás Roig, cumbre de la botánica isleña,
encontraron éstas a 300 metros de un campo investigado, sin que se viera
un ejemplar de la planta a ras de suelo.
De acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba,
al filo de 1990 se encontraba ocioso el 6,4 por ciento y dedicados a pastos
naturales el 27,5 por ciento de la superficie agraria isleña, para
totalizar un 33,9 por ciento del área cultivable. En 1997 -últimas
cifras disponibles- las tierras ociosas alcanzaban el 11,4 por ciento y las
dedicadas a pastos naturales el 33,2 por ciento. O sea, que si la superficie agrícola
no cultivada era en 1990 el 33,9 por ciento, ya en 1997 llegaba al 44,6 por
ciento del total.
Debe quedar claro: pastos naturales significa lo que en Cuba se conoce por
potreros; es decir, sitios donde se echa a pastar el ganado sin arreglo a políticas
fundamentadas en lo referente a piensos. Tales terrenos son fácil presa
del marabú, lo cual explica el "engurruñamiento cardíaco"
del segundo hombre de Cuba.
Ese incremento en la superficie agrícola no cultivada representa la
bicoca de 697,200 hectáreas, equivalentes a casi 52 mil caballerías.
Ningún latifundista anterior a 1959 dispuso de manera legal o ilegal de
esa cantidad de tierras. Tal situación se constituye en sustancial
denuncia de una política agraria bien lejana de los intereses estratégicos
del país.
El gobierno de Fidel Castro, aunque ha entregado tierras para su cultivo, se
ha distinguido por una reticencia que lo aquí expuesto no justifica,
cuando los fríos números aconsejan una reforma agraria en dirección
de crear una extendida clase de propietarios agrícolas. Ironía,
todo lo conocido acerca de la intención de granjeros estadounidenses de
vender productos del agro a Cuba, que ésta puede producir en gran medida,
más allá de lo positivo que puede significar el levantamiento
parcial o total de las sanciones económicas a la isla.
Queda en pie la pregunta: ¿discutirán los señores
diputados este problema?
Entretanto, la "peste" avanza.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|