CUBANET... INTERNACIONAL

Diciembre 17, 2001



Fidel vuelve a Sierra Maestra

Castro promueve los lugares de la guerrilla y el turismo familiar ante la plaga de la prostitución. El régimen se reinventa a sí mismo como atractivo turístico para frenar el turismo sexual

La Vanguardia - - 04.00 horas - Domingo, 16 de diciembre de 2001

Una mujer joven y mulata está barriendo la terraza de un bungalow. Dentro, una pareja de turistas occidentales da comienzo a un intercambio de efusiones, en plena intimidad. Ganas de transgresión.Un cruce de miradas y una invitación, muy tentadora. Tras una leve duda, la joven abandona la escoba y entra en la habitación. Se quita la blusa, no lleva nada por debajo. Así, un triángulo amoroso nace al amanecer del Caribe. Para terminar con un billete de cuarenta dólares.

Michel Houellebecq, polémico escritor francés, describe este episodio en su libro "Plateforme" (ed. Flammarion), en el que relata su estancia en la isla de Cuba. No es el primero. Se ha publicado literatura variada sobre el tema. Ferran Torrent publicó recientemente un libro, "Living La Havana" (ed. Columna) en el que dos valencianos que cada tres meses deciden viajar a Cuba en búsqueda de "emociones fuertes".

La situación de la isla caribeña es particularmente delicada después de los acontecimientos del pasado 11-S. El turismo, primera industria del mundo, es una de las más afectadas por la recesión global. Y para países como Cuba representa una auténtica válvula de oxígeno, además de su principal fuente de ingresos en divisas. Según datos de la oficina de turismo del país en Madrid, el crecimiento de los visitantes este año se revisará a la baja, hasta un 5%, en lugar del 12% previsto. Unas cifras modestas, si se considera que en la última década la tasa promedio se situaba cerca del 20%. "El impacto ha sido grande, la ocupación hotelera ha bajado mucho", decía a este diario un observador internacional que regresó hace unas semanas de La Habana.

Ahora bien, una parte de los dos millones de visitantes que recibe la isla encuentra motivos de viajes en el llamado "turismo sexual", que a pesar de los esfuerzos del régimen para controlarlo, sigue (como ocurre en muchos países) generando interés, no sólo en los escritores, sino sobre todo en los turistas occidentales.

"En este país, nadie consigue vivir de su sueldo, nada funciona de verdad: pobre pueblo cubano, no tienen nada que vender, a excepción de su cuerpo", escribe Houellebecq. Y eso que oficialmente las autoridades cubanas "promueven un turismo sano, basado en el respeto mutuo entre los turistas y la gente del lugar". Sol Meliá, la principal cadena hotelera del país con 20 establecimientos, prefiere no hacer comentarios sobre el tema.

Ante el deterioro de la situación, en 1998, el régimen castrista lanzó la operación Lacra, para reglamentar la prostitución de las llamadas "jineteras", cerró varios locales y emprendió una serie de redadas para evitar la expansión del negocio. Pero los efectos, como se ve, de momento han sido limitados. "Es un poco como el impermeable: por mucho que lo lleves terminas mojándote", reconoce Pablo Dalmasa, periodista especializado de turismo y profundo conocedor de la isla.

De allí nace la idea de convertir a la guerrilla y a la figura de Fidel Castro como principales polos de atracción turística. La idea consiste en promover el turismo "revolucionario" como alternativa al "turismo sexual". El punto de partida es que el comunismo, igual que muchas otras cosas en vía de extinción, está pasando a ser objeto de culto y de interés casi "arqueológico". De hecho, también en China se organizan viajes para recorrer los lugares emblemáticos por los que pasó Mao Zedong durante la Larga Marcha.

La iniciativa lleva ya algún tiempo y de momento, tal como comenta Damasa, en Cuba es un "fenómeno minoritario". Pero con la actual crisis, el recuerdo de la guerrilla podría convertirse en un recurso financiero para la salvación de la maltrecha economía cubana.

Los turistas pueden así hacer su peregrinaje a Sierra Maestra, desde cuyas cumbres el Comandante dirigió sus batallas hasta la victoria (¡siempre!) de 1959. Son los cuarteles generales de la Comandancia La Plata. Los más atrevidos, cuenta la agencia Reuters, deciden participar en programas de "trekking" que duran dos días para subir hasta el monte Pico Turquino a 1.800 metros de altura. Esta política turística tiene la ventaja, además de descongestionar los flujos turísticos de la zona de La Habana, donde más se concentra la "oferta sexual", hacia la zona oriental de la isla, y en particular en Santiago.

Sin embargo, la mayor apuesta de Cuba es convertirse en un lugar de vacaciones para la familia y se han potenciado las promociones en este sentido. La otra novedad es el aumento, si bien paulatino, de los turistas norteamericanos. Formalmente, los ciudadanos estadounidenses tienen prohibido viajar a la isla, pero en la práctica suelen llegar de forma indirecta, via México o Canadá. Es una señal de que el aislamiento de Cuba tiene cada vez más los días contados.

Hoy, para sobrevivir, el país está aún obligado a vender la historia de su pasado y el presente de sus cuerpos. Todo en el nombre del turismo, industria capitalista a la que Cuba entera se agarra con desesperación. Sobre todo sus "jineteras".

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