Emilio Ichikawa. Publicado el viernes, 14 de diciembre de
2001 en El Nuevo Herald
Siguiendo un popular chiste de Guillermo Alvarez Guedes, el profesor Gustavo
Pérez-Firmat llamó "generación del ño'' a una
porción del exilio cubano de Miami. Se me ocurrió entonces que podía
identificar a los llegados desde fines de los 80 e inicios de los 90 con el rótulo
de "generación mikimbín'', palabra que el dúo Los
Fonomemecos ha puesto de moda en esa ciudad floridana.
"Mikimbín'' se propagó en la Cuba de los 80, y puede
tener incluso significados opuestos, en dependencia de los contextos lingüísticos.
Mientras "meter mikimbín'' indica una acción meritoria, una
mercancía "mikimbín'' resulta casi una basura.
Además de la fecha de llegada a Miami, la pertenencia a la "generación
mikimbín'' implica una formación en los códigos culturales
de la Cuba castrista. Es una generación sin edad, donde no define lo político,
sino las costumbres y el universo simbólico. En el programa El mikimbín
de Miami, si bien las imágenes pueden ser descifradas por cualquier
televidente, los códigos del lenguaje reclaman cierto conocimiento de la época
que marcó a este grupo.
No dispongo de espacio para referir todos los elementos que quisiera, pero
pueden destacarse aquí algunos "síntomas'' que integrarían
el modelo sociológico de este grupo, y que lo distinguen no ya de otros
grupos nacionales, sino de otros estratos del propio exilio cubano.
Comprendo el carácter problemático de la aplicación del
mismo calificativo de "exilio'' para una parte del grupo llegado en la última
década. La pérdida de prestigio político del castrismo ha
influido también en la palidez política de esta "generación'',
aun cuando el programa referido, El mikimbín de Miami, es radicalmente crítico
con el régimen de la isla.
La "generación mikimbín'' no se destaca por su manejo del
idioma inglés, por lo que su expresión artística,
existencial y hasta burocrática se produce básicamente en español.
Sus cubanismos son de última hora; aunque se renuevan y caducan con una lógica
tradicional. Algunas de las características médicas de este grupo
se han traducido aquí en emblemas de su cultura; las décadas de
racionamiento en la isla resurgen en la forma de falta de imaginación
gastronómica, complementada con un infantil mimetismo de los platos de
moda. Son muy primitivas sus formas de diversión, predominando las clásicas
reuniones a base de tóxicos y bocados urgentes como spaguetti, arroz
mixto o, incluso, la polémica "caldosa''.
Algunos círculos sobresalen por hablar en voz muy alta, por la
precariedad de la comunicación y cierto infantilismo en la consideración
del prestigio social. La incomunicación se debe en gran medida a una
ausencia de confianza; nótese que se trata de personas formadas bajo la
desconfianza, el cuestionamiento mutuo y la delación. Súmese a
esto la influencia sobre el entendimiento de ese grupo de enfermedades del espíritu
tan visibles en las sociedades opresivas, como el insomnio, la paranoia, los
desequilibrios glandulares, etc. Para rematar, un gran número de estas
personas vivió bajo familias desarticuladas, padres divorciados y en los
inclementes contextos de los sistemas de becas.
Esta generación tiene una concepción más flexible de lo
que es la "patria'', por lo que está más preparada para vivir
en los espacios de la globalización. Por otra parte, viaja con más
frecuencia a la isla y no le asiste ningún complejo a la hora de
reivindicar algunos de los llamados "logros revolucionarios''; por razones
obvias, el sistema de dependencias afectivas con la sociedad emergida en 1959 es
mucho mayor.
Intelectualmente es también de considerable competencia y es que, aun
cuando se reconozca la matriz ideológica de la educación en la
isla, medio siglo de desgobierno no puede matar la creatividad de un pueblo con
inteligencia natural.
Pero es sobre todo una generación emergente, pujante, cuyo mayor
enemigo es quedarse flotando en las glorias vividas en un pasado inmediato de
quimérico esplendor en la isla. Su gran desafío es comprender que
el exilio es como un renacimiento, y que las cosas buenas de la vida están
aún por comenzar. Es un grupo que se incorpora traumática y
decididamente a los ya establecidos; una marea que con voluntad y talento está
dispuesta a abrirse camino hasta las cumbres del éxito, es decir, que está
decidida a "meter mikimbín''.
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