CUBANET .INDEPENDIENTE

12 de diciembre, 2001


José Manuel y la cárcel de San Severino (II)

Héctor Maseda, Grupo Decoro

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Los recuerdos de José Manuel Ríos Ramos se concentran ahora en su vida en el interior del penal. La rigurosa disciplina carcelaria y las golpizas, las requisas sorpresivas y las celdas de castigo, las relaciones fraternales entre los presos políticos, los medios que utilizaban para comunicarse entre ellos, los condenados a muerte, el dolor de sus familiares.

Las relaciones entre los militares y los reclusos eran sumamente tirantes. José Manuel señala: "No se les podía dirigir la palabra, si te llamaban tenías que ir corriendo a su encuentro y pararte en atención frente al gendarme. Por cualquier insignificancia te daban con el plano de la bayoneta o te la clavaban en el cuerpo, te daban una bofetada o la emprendían a patadas contigo. Por sostenerles la mirada, llegar tarde al conteo, replicarles alguna orden o comentario o, sencillamente, por caerle mal, podías ganarte una celda de castigo. Estaban ubicadas en los sótanos, eran pequeñas, sin nada en su interior. Húmedas en extremo, oscuras, tapiadas, llenas de alimañas. No disponían de agua, tampoco tenían retrete. Las necesidades fisiológicas había que hacerlas en cualquier parte dentro del calabozo. El castigo era, además, sin ropas, sin visitas, sin hablar con nadie, y a media ración de alimentos. El suplicio podía prolongarse una, dos, tres o más semanas".

Las requisas las realizaban cuando lo estimara la dirección del presidio. Eran sorpresivas. Los prisioneros eran sacados al patio y sometidos a la vigilancia de militares con armas largas. Lanzaban todas las propiedades al suelo. Al finalizar, era muy difícil para los presos recuperar lo poco que tenían. Sobre todo los alimentos.

"El 13 de marzo de 1963 -rememora José Manuel- nos sacaron al trote para el patio, a punta de bayonetas. No sabíamos qué buscaban. A varios prisioneros los amenazaron con dispararles. Los guardias se veían nerviosos. Todo lo viraban al revés. Caminaban una y otra vez sobre nuestras ropas, alimentos y recuerdos familiares. La requisa duró toda la mañana y parte de la tarde. Lo destruyeron todo, y además perdimos el almuerzo".

De acuerdo al testimonio de José Manuel, los vínculos entre los reclusos eran inmejorables, la moral alta. No se producían riñas entre ellos. El problema personal de uno se convertía en el de todos. Mantenían comunicaciones con los demás condenados del resto de las galeras, y también con el exterior de la cárcel.

"En general nos llevábamos bien -precisa José Manuel- éramos familia. Durante mi internamiento no hubo casos de faltas de respeto, inmoralidades, peleas u otras bajezas humanas. Estudiábamos y nos superábamos diariamente. Para tener contactos dentro del castillo con reos de otros destacamentos, utilizábamos las libertades que tenían los cocineros que, aunque presos, podían moverse en muchas áreas de la penitenciaría, condición muy útil para intercambiar mensajes. También aprovechábamos la oportunidad que algunos confinados tenían de trabajar fuera del penal (era el caso de varios ex militares de Castro y obreros cuyo oficio necesitaban utilizar). De este modo, nos valíamos de algunos de ellos, en quienes confiábamos, para enviar y recibir notas desde y hacia el exterior de la cárcel".

Entre los encarcelados había ex militares de Batista y de Castro, guerrilleros y colaboradores de la guerrilla que operaba contra el régimen castrista, detenidos por salida ilegal del país y algunos casos especiales para quienes los tribunales pedían pena de muerte y estaban en el proceso de apelación.

José Manuel cuenta al respecto: "Durante los años que estuve en esa prisión recuerdo dos casos excepcionales. El primero lo protagonizó Edilio Alfeicia, un policía del gobierno que se alzó con sus armas y se fue con un grupo que operaba en Calimete (provincia Matanzas, 1962), quien fue apresado, juzgado y condenado a la pena de muerte acusado de alta traición. Por dos años esperó el resultado de su apelación. Le conmutaron la pena por la de 30 años de reclusión y lo cambiaron de cárcel".

"El otro caso -prosigue José Manuel- fue el de Jesús Arencibia, un joven menor de 17 años, al que las tropas gubernamentales capturaron en la zona de Manguito, provincia Matanzas. Su padre, de igual nombre, había sido jefe del grupo al que pertenecía el muchacho, y lo mataron cuando trató de romper el cerco. Este grupo atacó una cooperativa agrícola en la localidad y resultó muerto el director de la misma, que era miliciano. Al grupo lo rodearon y lo aniquilaron. Al adolescente lo ubicaron en mi galera. Estuvo casi dos años sin que le celebraran juicio. Cuando cumplió la mayoría de edad (18 años) lo llevaron ante el tribunal. Fue condenado a muerte y fusilado. La madre, al enterarse de lo ocurrido a su hijo, se suicidó".


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internacional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Aemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MCL
Fraternidad de Ciegos
Seguidores de Cristo
Estudios Sociales
Ayuno

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
Artes Plásticas
Fotos de Cuba
Anillas de Tabaco

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe 1998
Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887