Intimidad de
la carne
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - El asunto de la carne en Cuba es
capaz de quitar el sueño y... mucho más. Pero no piense que
encontrará aquí un tema cercano al pecado, la lujuria, la
concupiscencia. Nada que ver con el tema de la película argentina de
Subiela, El lado oscuro del corazón. No es asunto de vísceras. A mí
no me gustan.
Hoy, mi deseo es escribir (otra cosa no puedo) acerca de la carne. Dejar en
puros cueros el asunto de la carne. Desvestirla de los mitos que la cubren.
Ofrecerla entera, en toda la dimensión de su realidad.
Permítame comenzar por decirle que a la vista de la carne...
cualquier cubano se emociona (tiene tan pocas oportunidades de contemplarla
extendida ante sus ojos).
¿Por tu barrio llegó la carne?, es interrogación muy
habitual durante un encuentro casual entre amigos. Generalmente, la respuesta es
negativa.
Una conocida mía hizo picadillo la conmoción por el asunto de
las vacas locas al sentenciar: "Por allá afuera temen a las vacas
locas, pero aquí la gente está loca por comerse las vacas".
Satisfacer el estómago de carne ha conducido a muchas personas a la cárcel.
Recientemente, en una emisión de los medios oficiales, escuché que
en la provincia Matanzas, azotada hace muy poco por un huracán
devastador, aumentó el índice de hurto y matanza ilegal de ganado
vacuno. Si usted posee una vaca, un buey, un novillo, un toro, no lo puede matar
así como así... ¡No!, las leyes lo prohiben. Puede terminar
multado y, en casos más grave, ser condenado a prisión.
En 2000, según informes de la ONE (Oficina Nacional de Estadísticas)
151,1 miles de toneladas (Mt) se entregaron a sacrificio. Cifra menor que la del
año 99 cuando mataron 152,4 Mt de ganado vacuno. De todas formas, lo que
le debió tocar a cada cubano fue sólo 0,01347062494 toneladas de
carne teniendo en cuenta que convivimos en la isla 11 millones 217 mil 100
habitantes. ¡No es fácil!
Por supuesto, entre las causas de fallecimientos principales en Cuba no está
la gota. Realmente, porque la gota de carne de res que comemos anualmente no
alcanza ni para pecar por gula, ni enfermarnos con padecimientos tales.
Quizás sea por causa de tal insatisfacción carnívora
que cuando una mujer de anchas caderas y buen cofre posterior desfila por
cualquier calle, a su paso levanta una ola de admiración y, en no pocas
ocasiones, escuche usted lanzar al aire un piropo en forma de aviso: ¡Caballeros,
llegó la carne!
No se ría. Le ofrezco otro dato interesante. En el año 1997,
la venta de carne de res en la red minorista (carnicerías que venden a la
población) fue de 11,7 mil Mt y en 2000 solamente 10,4 mil Mt. Incluso la
venta de picadillo de soya en el 97 alcanzó la cifra de 23,1 mil Mt,
mientras que en el 2000 bajó a 19,0 mil Mt. ¡Candela, chico!
En conclusión, ¡cada vez comemos menos carne! Pero no tema.
Ahora está de moda que la carne daña la salud... y aquí no
le faltará el hierro para sostener la hemoglobina. Aunque no coma carne,
comerá entonces un buen clavo.
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