Vivir la película
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Desde hace 23 años se
celebra un festival de cine en La Habana, en la primera quincena de diciembre.
Este evento, uno más entre los muchos realizados anualmente en el mundo,
tiene dos rasgos notables. Uno, la particularidad que distingue a las películas
en concurso, es la de ser realizados en Latinoamérica o sobre temas
latinoamericanos. El otro está marcado por la masiva asistencia de público
a los cines. Pero, debido al primero, se le nombró Festival del Nuevo
Cine Latinoamericano.
La denominación ya fue superada por las circunstancias. Actualmente,
es un festival que pudiera llamarse de dos mundos, porque junto a los filmes
latinoamericanos son exhibidas producciones europeas y norteamericanas.
También el segundo rasgo confiere a esta manifestación un carácter
muy suyo. La asistencia de público en el presente refleja cambios
cualitativos. Si bien en las primeras ediciones del festival la asiduidad a las
exhibiciones fue una tendencia de cinéfilos, hoy mismo un público
diverso y variopinto llena las salas de cine.
Además, es la única distracción realmente popular que
se paga en moneda nacional. Las entradas valen dos pesos. Así la exhibición
de ciertos filmes deviene en espectáculo tumultuoso en ocasiones.
Generalmente, hay películas que gozan de la aceptación total de
los espectadores. Las colas pueden alcanzar uno o dos millares de personas en
cines como el Payret y el antiguo Warner, hoy el Yara.
¿Por qué se produce este fenómeno de público? ¿Qué
empuja a cerca de 300 mil personas a acudir a las salas de cine en sólo
una semana, y a ver de tres a cuatro películas diarias?
La respuesta virtual pudiera ser una desmedida afición a las
pantallas de las salas oscuras, pero también está en la
oportunidad de ver en pantalla algo diferente del plato diario de la propaganda
política de la media nacional.
Durante la exhibición de una película chilena y ante el asunto
triste ambientado en la pobreza, muchos espectadores se marcharon. El tema no
les atrajo. La mayoría del público asiste con el objetivo de ver
una realidad distinta de la suya.
"Esta película sí está buena...", afirmó
un joven a la salida de la sala. En realidad, un filme brasileño,
realizado en Sao Paulo, deslumbró a la mayoría de los espectadores
con la trama escabrosa desenvuelta por un detective a lo Marlowe.
Una buena película satisface las necesidades de "ver" otro
mundo.
Las exhibiciones en las salas principales comienzan desde las diez de la mañana.
No es raro tropezar con personas cargando jabas plásticas con pomos de
agua, envases con un almuerzo ligero, comiendo una cajita de buffet compradas en
una paladar cercana, asaltando cualquier timbiriche a dos pasos del cine donde
volverán a entrar en unos pocos minutos.
Hay quienes parten de sus hogares por la mañana y no retornan hasta
la noche. Toman vacaciones del ajetreo cotidiano. Durante once o doce días
viven en los cines.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|