Gacetillas
de Angelito (II y final)
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Para decepción de los
polemistas del periodismo independiente cubano, el director del semanario
capitalino Tribuna de La Habana, Angel Rodríguez Alvarez, puso punto
final en la segunda de sus gacetillas dedicadas al análisis de la
supuesta crisis final del periodismo independiente de Cuba.
Dos entreguitas, el 2 y el 9 de diciembre, no justifican su pomposo anuncio
de continuar a todo tren con "algunas revelaciones acerca de las ingeniosas
y sorprendentes modalidades de estos mercenarios por partida doble", según
apuntó Rodríguez Alvarez.
Escribí anteriormente que individuos como Rodríguez son dados
a mirar la paja en el ojo ajeno, antes de ver la viga en el propio, lo cual quizás
explique la infeliz calidad del semanario que dirige.
Por lo menos yo, aún estoy esperando el reportaje investigativo
merecido por la población de la capital tras las magras noticias
publicadas sobre el derrumbe de un edificio ubicado en el municipio Centro
Habana, considerando el impacto que aún causa entre los habaneros el caso
de este derrumbe.
Pero, ni soñar, el director del Tribuna de La Habana prefiere
escribir gacetillas antes que encabezar la investigación de los hechos,
para así confirmar apreciaciones del destacado periodista argentino
Rogelio García Lupo -citadas por mí en Gacetillas de Angelito (I)-
según las cuales la prensa oficiosa isleña está "petrificada".
Rodríguez, en su segunda y final gacetilla, repite manidos argumentos
contra los reporteros libres de Cuba y niega su capacidad profesional, por
cuanto sólo algunos son graduados universitarios. De este modo, el
gacetillero Angelito Rodríguez, de hecho, retira el título de
periodista a cumbres de la noticia cubana como fueron Juan Gualberto Gómez,
Alejo Carpentier y Enrique de la Osa, para sólo citar algunos, ninguno de
los cuales se graduó en la universidad.
De paso, se nota la regularidad de una contracultura: Angelito, jamás
ha realizado el análisis de un solo artículo de la prensa
independiente. El sólo denosta, él sólo insulta. En ese
sentido pretende burlarse de la intención existente entre los periodistas
independientes de organizar cursos de superación profesional, hasta ahora
impedidos de desarrollarse por la policía política de Castro, y de
paso ironiza porque en el programa de tales cursos se incluye la ortografía
y la gramática.
Ni siquiera se da cuenta de lo que ha escrito: si en Cuba se hace necesario
comenzar por materias tan elementales es porque el sistema educacional isleño
aparece como el principal culpable. Fidel Castro reconoció el pasado 11
de septiembre, ante las cámaras de televisión, algo que pudiera
ser llamado la crisis ortográfica cubana. A confesión de parte,
relevo de pruebas.
No obstante, vale observar en esta segunda y final gacetilla una dosis de
humor negro. Rodríguez Alvarez se pregunta por qué los periodistas
independientes no acuden a la enseñanza estatal y aprovechan las
oportunidades que ésta brinda para superarse.
Pues muy sencillo: porque "la Universidad es para los revolucionarios".
Y no sólo la enseñanza superior, hasta los Joven Club de Computación
también lo son. Que me desmienta Angelito con matrículas en éstos
para los periodistas independientes.
Angelito, inefable Angelito, a mí tampoco me alcanza el espacio. Por
ello me limito a destacar tu visión limitada de los procesos democráticos,
la cual te conduce a criticar un carácter excluyente, observable en las
organizaciones gremiales de los periodistas independientes, como si la oficiosa
Unión de Periodistas de Cuba no lo fuera.
Lo triste no es que en la sociedad civil isleña haya organizaciones
así, sino que el Estado mismo lo sea. Tal, por cierto, es la clave de
este debate, ante el cual, parece, el gacetillero Angelito no tuvo más
remedio que retirarse de la arena.
Nuevos cuentos para vivir del cuento -título de las angelicales
gacetillas- ha terminado así, como una suerte de coitus interruptus.
Cuando iba a ser interesante, cuando iba a ser excitante, se "acobardó"
el gacetillero. Nos dejó con las ganas.
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