Todo el
barrio lo sabía
LA HABANA, 7 de diciembre (Ramón Díaz-Marzo - www.cubanet.org)
- El jueves 6 a las 10:30 de la mañana todavía las calles de
acceso al lugar donde ocurrió el derrumbe de un edificio de cinco
plantas, de puntales altos, a la 1:10 de la madrugada del día anterior,
estaban custodiadas por efectivos de la policía con vallas de seguridad
que impedían el paso a peatones y vehículos.
Sin mirarle a los ojos a ningún miembro de la autoridad fui pasando
los sucesivos punto de control hasta llegar al lugar del hecho. Me sorprendí
de encontrarme en el centro del desastre, confundido entre el personal del
Cuerpo de Bomberos, la Escuadra Canina de Rescate y Salvamento, y un equipo del
Sistema Integral de Urgencia Médica y miembros de la Cruz Roja, a pesar
de que el acceso al lugar estaba estrictamente prohibido y le exigían
identificación a los vecinos de los edificios colindantes.
Desde la acera de enfrente vi a unos 100 hombres con serruchos eléctricos
portátiles escarbando en unas montañas de escombros donde se suponía
que aún quedaban dos personas: una anciana, y una mujer de 30 años
de edad.
Mientras, dos gigantescos tractores de pala sacaban con cuidado los
escombros y los depositaban en las camas de un servicio constante de camiones de
volteo.
El edificio no se derrumbó en su totalidad. Su parte posterior estaba
intacta, pero separada por un abismo, donde los bomberos, en la madrugada del miércoles
5, tuvieron que rescatar a 15 personas, maniobrando con largas escaleras, según
me narró un miembro de la Cruz Roja.
A los diez minutos de estar en el lugar pensé que no obtendría
más información. Colegas de la prensa independiente, así
como el gobierno a través de los periódicos Gramma y Juventud
Rebelde le habían dado al hecho amplia cobertura. De manera que la
posibilidad de encontrar más información de primera mano era
imposible. Sólo quería saber el nombre del pequeño
cafetucho que siempre funcionó, desde antes de 1959, en la planta baja,
al lado de la inclinada y larga escalera.
Pregunté a dos mujeres que estaban paradas frente a una casa cercana
si recordaban cómo se llamaba esa cafetín. Una de las mujeres
respondió rápido: "Monterrus".
Una de las mujeres resultó ser la presidenta del CDR de la cuadra, y
su domicilio estaba precisamente en el edificio derrumbado.
"El derrumbe no fue ninguna sorpresa para nadie, todo el barrio lo sabía",
comentó. "Mi hijo Alexis quería quedarse esa noche, pero yo
le advertí del peligro. Yo, después del huracán Michelle,
me he autoevacuado en el centro de trabajo de mi hija. Antes del paso del huracán
las autoridades estuvieron aquí y evacuaron a todos los vecinos en la
tienda de ropa "Fin de Siglo". Después los han distribuido en
distintos albergues, pero un aproximado de 20 personas prefirieron quedarse, a
sabiendas de que el derrumbe del edificio era cuestión de días."
"Había un pobre hombre que no tenía donde vivir y dormía
detrás de la escalera, donde también metía su carrito de
vender granizado en Galiano y Barcelona. A ese hombre lo sacaron de los
escombros completamente destrozado. Hasta el momento sólo hay cuatro
muertos y algunos heridos, pero se supone que la vieja Elsa y otra muchacha de
30 años están todavía sepultadas. Antes del huracán
Michelle hubo dos derrumbes parciales. Pero recuerdo que desde el año
1985 a una familia del primer piso les dieron albergue. Antes del derrumbe aquí
estuvo un ingeniero del gobierno municipal, y le dijo a las gentes que ese
edificio estaba a punto de caerse. Yo no me explico cómo las gentes se
arriesgan así".
Le pregunté a la presidenta del CDR si en las últimas horas
algún miembro del gobierno les había hablado de la posibilidad de
darles vivienda a todos, y dijo que no. "Nos han dado albergues en locales
donde hay que vivir en comunidad, pero nadie ha hablado de dar viviendas".
En lo esencial, esta catástrofe y las que están por ocurrir,
son consecuencia de un gobierno que no funciona en materia de resolver el
problema de la vivienda; pues lo lógico sería que si el Estado y
el Gobierno tienen bajo su control todos los medios materiales, mucho antes del
Periodo Especial, la ciudad de La Habana hubiese sido restaurada.
Ahora es tarde. Ahora el capital material que se necesita es inmenso. Ahora
se irán cayendo con los años y las lluvias y los ciclones y el
paso del tiempo, una buena cantidad de edificios. Como nos dice el músico
cubano Juan Formel, "La Habana no aguanta más".
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