El camello,
animal endémico
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Los camellos constituyen un
atractivo fotográfico para los turistas que deambulan por La Habana.
Cazadores inofensivos en un safari por la pradera del socialismo tropical,
tratan de llevarse como trofeo pedazos de la realidad cubana.
"¿Qué le encontrarán a estos monstruos para que los
fotografíen tanto?", se interrogó una mujer ya mayor desde la
ventanilla de un camello, al mirar a un yuma coloradote como un camarón
apuntar con su cámara fotográfica hacia el vehículo.
En realidad, la característica que los hace atractivos es la
exclusividad isleña. Son endémicos de Cuba. En ninguna otra parte
del mundo existe un medio de transporte similar.
Los camellos se inventaron cuando el servicio de transporte público,
desprovisto de piezas de repuesto para los ómnibus, cayó en
picada. Si en 1994 el transporte urbano movió 330,5 millones de
pasajeros, en el 2000 solamente llegó a 290,7 millones, según el
Anuario estadístico de Cuba (2000).
Razón por la que los camellos continúen como el vehículo
de transporte más usado en La Habana. También los más
odiados por los capitalinos. Le llaman "El Monstruo". Los epítetos
ganados van desde "insoportable" hasta el de "la película
de medianoche", porque dentro de ellos hay lenguaje de adultos, violencia y
sexo.
La temperatura interior del vehículo supera la media normal
cotidiana. Dentro de los camellos se suda y se resuda. Actividad transpiratoria
que se incrementa en el verano.
La espera del camello se realiza en una fila organizada para subir al
artefacto. Cuando se abren las puertas todos tratan de subir primero. Ese justo
instante sirve de provecho para que el carterista de turno intervenga en el
bolsillo de un incauto pasajero.
En muchas ocasiones, el descenso adquiere tintes dramáticos. Los
conductores no se percatan de que aún los pasajeros descienden y cierran
las puertas. Los gritos de "¡abre la puerta!" y los insultos
cruzan el aire desde la acera hasta el vehículo y viceversa. El camello
es la fuente de un caos público, además de un remedio necesario.
Aunque la lentitud del camello contribuya a desesperar a los pasajeros. El
camello se mueve por las calzadas habaneras como un animal prehistórico y
temible.
Sus costados posteriores y la defensa trasera sirven de agarre casi siempre
a ciclistas en tramos de pendiente pronunciada con el fin de ahorrarse energía.
De este modo, también arriesgan sus vidas. Numerosos accidentes han
ocurrido a causa de este nuevo deporte de remolcarse por un camello.
Cada cierto tiempo, corren rumores acerca del fin del transporte público
en los camellos. Pero ya hay niños que nacieron, hoy van a la escuela y
no conocen otro medio de transporte más socorrido para llegar puntual a
sus clases, y tampoco más barato. Parece que el camello llegó
tristemente para quedarse. Prepare sus veinte centavos, que ya se acerca El
Monstruo, el insoportable camello habanero.
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