José Antonio Zarraluqui. Diciembre 5.
El Nuevo Herald
El compañero antiterrorista en jefe nada más venirse abajo las
torres gemelas y para mostrar cuál es su talante agarró la pluma y
firmó uno tras otro todos los protocolos de Naciones Unidas contra el
terrorismo. Bien es cierto que debió antes pasarles el plumero, pues los
había olvidado ni se sabe desde cuándo en un estante.
Lo que el compañero antiterrorista en jefe pretendía dejar de
manifiesto es que el terrorismo no es algo que él condone. Dijo que el
crimen de las torres era vitando y que la revolución cubana jamás
ha optado por el terrorismo; antes bien, había sufrido los embates
terroristas en la época más brutal del imperialismo yanqui y
continúa sufriendo los brutales ataques de la mafia terrorista cubana de
Miami.
¿Así que porque el Alzheimer te ha quitado la memoria también
nosotros la debemos perder?
Pues a mí no se me han olvidado las "células de acción
y sabotaje'' de tu Movimiento 26 de Julio. Ni se me ha olvidado "la noche
de las cien bombas''. Ni los cañaverales pasto de las llamas tras su
consigna en la revista Bohemia: "¡Convertir a Cuba en una tea!'' Todo
dentro de la isla, antes de triunfar la revolución. Y luego, los
fusilamientos y los "tribunales revolucionarios'', los horrores en el
Escambray, la UMAP y, ya en tono menor, cuando la población se acoquinó,
el miedo que dura hasta hoy.
Tampoco se me olvidan tus travesuras allende los mares nada más
disponer de un sitio desde el cual expandir el terror, vaya, esa especie de al
Qaida en que convertiste a Cuba. Invasiones a República Dominicana y
Panamá en los primeros momentos, sin pensártelo mucho y con
fuerzas propias, y tras un par de años, a Venezuela. Después,
mediante fuerzas interpósitas, a todos y cada uno de los países
latinoamericanos. Para culminar con el despropósito boliviano del Che
Guevara --si bien existen dudas de si aquello fue un intento por expandir la
revolución continental o una movida calculada para sacar del medio a un
posible rival argentino simpático que se parecía a Cantinflas.
Ni se me olvida la petición que le hiciste a Nikita Jrushov, cuando
la crisis de los cohetes, para que disparara su cacharrería atómica
"preventivamente'' sobre los Estados Unidos. ¿Hubiera sido eso terror
del tipo Osama bin Laden, es decir, sin avisar al contrario? Ni se me olvidan
las veces que pontificaste que el deber del revolucionario es hacer la revolución
y no sentarse como el árabe en el desierto a la puerta de su tienda a
esperar ver pasar el cadáver del enemigo. Hum, ahora el árabe
demuestra que se mueve en la dirección correcta. ¿O no?
Como no se me puede olvidar que fuiste tú el convocador, prohijador y
suministrador de las gavillas de terroristas que asolaron el continente
americano --macheteros, tupamaros, montoneros, miristas, sandinistas y cuantos
bandoleros se autoadjudicaron el título de "ejército de
liberación del pueblo'' o "ejército de liberación
nacional''-- en la OLAS, y a nivel mundial --panteras negras, simbióticos,
etarras, republicanos irlandeses, polisarios, entre otros-- en la
TRICONTINENTAL.
Ni puedo olvidar los ejércitos completos, casi a lo descarado o ya a
lo descarado, que despachaste a la región subsahariana --Argelia--, al
Oriente medio --Siria-- y al Africa negra --Angola y Mozambique, donde ya me dirán
si es sembrar el terror o no sembrarlo el abrir fuego con cuatrobocas antiaéreas
y katiushas abajadas contra negros que vienen a botarte de su país
blandiendo lanzas.
Ni olvido que en la penúltima cumbre iberoamericana te negaste de
plano a condenar a los terroristas etarras. Ni me puedo olvidar --porque como
quien dice fue ayer-- del garbeo que te diste por países
internacionalmente condenados por terroristas y que, en Irán, les dijiste
a los ayatolás que tú tenías muy bien estudiado el
imperialismo yanqui dado que te caía muy cerca y sabías lo débil
que era, y que entre Irán y tú lo pondrían de rodillas.
Y tampoco puedo olvidar que, mientras mantienes al pueblo cubano a la cuarta
pregunta, te has gastado una millonada en laboratorios biotecnológicos.
Del mismo modo que no se me van de la mente ese cancro cítrico que
misteriosamente apareció en la Florida hace más de un lustro y se
resiste a ser erradicado, y esos pájaros muertos y esa fiebre del Nilo
que inexplicablemente surgió por estos lados, donde no se conocía;
y esos tres afganos a los que hace meses detuvieron en Gran Caimán en tránsito
desde Cuba a los Estados Unidos con pasaportes de Pakistán; y esos tres
terroristas irlandeses salidos de Cuba que pescaron en Colombia. Y ese afán
enfermizo de tus espías por penetrar las fuerzas armadas y el sistema de
correo norteamericanos, como se demostró en el juicio a la Red Avispa.
Pero no, dicen tus valedores aquí mismo, en el seno del imperio,
Fidel no es terrorista, terroristas son los cubanos de Miami.
Algunos llegan a afirmar que nunca has tenido que ver con nada de eso, que
eres más bueno que el pan, un angelote que se cayó del cielo. Y
otros, con la cara un poco menos dura, admiten que sí, que fuiste un pillín
e hiciste lo tuyo en otros tiempos movido por tus afanes de muchachón
idealista, pero que has cambiado no poco. Y no sólo porque has madurado y
la situación objetiva del mundo, revolucionariamente mirada, ha dado un
giro de 180 grados, sino porque, en realidad, careces de los recursos necesarios
para continuar incordiando a nivel nacional e internacional. Si lo que quieren
decir con eso es que en el curso del último año no has hundido a
mansalva embarcaciones que huían con cincuenta civiles a bordo, la mitad
niños, o que no has abatido --según confesaste a Time magazine--
en espacio aéreo internacional avionetas desarmadas en misión
humanitaria, bueno, entonces habrá que convenir en que ya no eres
terrorista.
¿Qué es terrorismo?, dices mientras clavas en mi pupila tu
pupila vidriosa. ¿Qué es terrorismo? ¿Y tú me lo
preguntas?
© El Nuevo Herald |