Gacetillas
de Angelito (I)
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Volvió a la carga el
gacetillero Angelito. El director del semanario capitalino Tribuna de La Habana
dedicó su columna dominical del 2 de diciembre a emprenderla como
acostumbra contra los periodistas independientes cubanos, ahora anunciando
futuras entregas a juzgar por el título de su comentario: Nuevos cuentos
para vivir del cuento... primera parte.
No acabo de explicarme por qué el susodicho Angelito, es decir, el
periodista oficioso Angel Rodríguez Alvarez, parece el bateador designado
a la hora de escribir sobre la supuesta crisis final del periodismo
independiente cubano, más o menos al estilo barriotero y marginal que
hace recordar palabras del destacado periodista argentino Rogelio García
Lupo, quien estuvo entre los fundadores de la agencia noticiosa Prensa Latina,
conoció y tuvo estrechas relaciones con Che Guevara y parece mantener una
actitud relativamente benévola hacia el gobierno de Fidel Castro.
Según García Lupo, "la prensa es una de las peores cosas
que tiene Cuba... Cuando alguien llega a Cuba por primera vez y lee los diarios
de La Habana, le resulta difícil comprender que en la primera plana haya
noticias que no son noticias, mucha miscelánea y poca información".
García Lupo tuvo entre sus amigos a Rodolfo Walsh y Ricardo Masetti,
de quienes se puede discrepar de sus ideas políticas, pero no desconocer
su carácter de gigantes del periodismo latinoamericano. Ambos habrían
puesto de patitas en la calle al gacetillero Angelito, por ser uno de los
responsables directos de la muy concreta y real crisis del periodismo oficioso
isleño. García Lupo afirma que la prensa representada por señores
como el director de Tribuna de La Habana está petrificada. Así de
simple: petrificada.
"Durante varios años fui jurado de los Premios de Prensa Latina
y sucede algo curioso: los mismos miembros del gobierno cubano admiten la
necesidad de renovar la prensa, pero ninguno tiene fuerza para hacerlo",
expresa el argentino.
Cito tan extensamente a García Lupo -incluso en abstracción al
tema de la libertad de expresión y la censura cubana- porque me parece útil
para situar en contexto más profesional que politizado el caso del
periodista oficioso Angel Rodríguez Alvarez, quien en vez de dedicar su
tiempo a dar a la población capitalina un semanario realmente
competitivo, lo emplea en criticar y hasta difamar a quienes se oponen a la
petrificación de la prensa de Cuba, incluso hasta reconociendo sus
propias limitaciones personales.
Angelito, el inefable Angelito, mira la paja en el ojo ajeno sin ver la viga
en el propio. Por ejemplo, llama la atención cómo en su comentario
se refiere a hechos acaecidos dentro del movimiento de los periodistas
independientes, que no fueron reportados por Tribuna de La Habana en la
oportunidad precisa. Cabe suponer, por ello, que no fue hasta ahora que la
maquinaria burocrática correspondiente autorizó al gacetillero a
desenterrar fiambres.
Rodríguez Alvarez dedica su comentario dominical a mal analizar lo
que pudiera llamarse proceso de agremiación de los periodistas
independientes cubanos, en virtud del cual han surgido en alrededor de un año
tres organizaciones de ese corte, que nombro por orden de aparición:
Federación de Periodistas Cubanos (FEPEC), Sociedad de Periodistas
Independientes Manuel Márquez Sterling y Fundación de Periodistas
Independientes Asociados (FPIA).
Las tres expresan diversas concepciones y estilos derivados de una
diversidad inherente al periodismo independiente isleño que Rodríguez
Alvarez, acostumbrado al úcase de la falsa unidad, no está en
capacidad de comprender. Sus torpes anteojeras sólo alcanzan a manipular
la información, al concentrarse en la FPIA.
¿Por qué?
Porque la misma es partidaria abierta de una política de sanciones
económicas unilaterales de Estados Unidos a Cuba. Rodríguez
Alvarez nada dice sobre las posiciones de las otras en punto como ése. No
apunta que la FEPEC -primera en surgir- se pronunció en su Declaración
Constitutiva contra esa política estadounidense, ni que la Márquez
Sterling prefirió abstenerse.
Cualquier periodista con un mínimo talento investigativo y microscópica
voluntad informativa se habría preguntado el por qué de esa
divergencia. No por gusto llamo a Angelito gacetillero.
Sin embargo, semejante gacetillaje puede tener esta explicación: en
artículos anteriores he llamado la atención sobre el evidente
deseo del gobierno de Fidel Castro de ocultar al interior de Cuba el hecho terco
de la oposición a cara descubierta que mucho de lo mejor del periodismo
independiente de Cuba expresa frente a la política de Estados Unidos
hacia la isla.
Opino que el discurso oficial carece de argumentos para contrarrestar este
hecho de indudable importancia política, no sólo periodística,
en virtud del cual se rebelan contra el empleador los supuestos empleados de la
Oficina de Intereses yankee en La Habana. Entonces, entran al juego gacetilleros
como Angelito, quienes al silenciar también desinforman a su ya censurado
público, en este caso la población de la capital de Cuba.
García Lupo es benévolo: sus opiniones se refieren a
cuestiones de estilo, no a las de honestidad y tratamiento civilizado de la
información. Por ello, corresponde al periodismo independiente dedicarle
tiempo al ya gastado Angelito, aunque parezca precisamente una pérdida de
tiempo. Veremos, entonces, cuál mercancía averiada traen las próximas
gacetillas, tan pomposamente anunciadas por el director de Tribuna de La Habana.
Bibliografía: Periodismo: asedio al oficio, de
Astrid Pikielny. Buenos Aires: El Ateneo, 1998. Página 119-131.
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