¿Cuba
un modelo de democracia?
Claudia Márquez Linares, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, abril - Las calles de Cuba están en calma. En Québec,
izquierdistas de todo el mundo arremeten insultos y devuelven los gases lacrimógenos
a la policía, en protesta contra la Cumbre de las Américas. En el
Medio Oriente, los israelíes y los palestinos no se ponen de acuerdo y
aumenta el número de víctimas por los enfrentamientos. En
Colombia, los grupos guerrilleros y las fuerzas paramilitares asesinan,
secuestran y masacran a civiles y a defensores de los derechos humanos.
Pareciera que mi país es el paraíso terrenal. Los turistas se
sienten seguros transitando por las calles de la Habana Vieja. La educación
es gratuita, pero con un fuerte contenido ideológico. La asistencia médica
también está al alcance de todos. No obstante, la larga cola en la
Oficina de Intereses para pedir visado hacia Estados Unidos aumenta cada día.
Los cubanos, por cientos de miles, pretenden abandonar el país. Continúan
las salidas ilegales, aún sabiendo los balseros que pueden ser devueltos,
y en el peor de los casos morir ahogados. Los opositores son víctima de
juicios sin garantías legales mientras son constantemente difamados y
denigrados sin derecho a réplica ante la opinión pública
nacional.
Partidos políticos opositores y movimientos cívicos carecen de
todo acceso a los medios de difusión dentro de la Isla, al tiempo que se
propaga por parte de las autoridades que éste es el país más
democrático del mundo. Una democracia sin libertades fundamentales ni
pluripartidismo, con cientos de presos políticos, muchos de ellos
considerados presos de conciencia por Amnistía Internacional, sin
libertad de prensa, ¿puede ser un modelo de democracia para el mundo?
Mientras las cárceles sigan siendo centros de atropello, donde lejos
de reeducar a los convictos éstos empeoran su conducta social, en un país
donde de 15 cárceles que existían en 1959, hoy alcanzan el número
de 200, no puede hablarse de una sociedad mejor.
La reacción oficial ante la justa condena en la Comisión de
Derechos Humanos de Ginebra ha sido histérica. Especializados en
manipular noticias y ocultar verdades, ahora explotan las imágenes de Québec
con los enfrentamientos entre los globalofóbicos y la policía. Sin
dudas ha habido violencia, pero es cierto que no ha sido difícil apreciar
que dichos enemigos del capitalismo se comportan como verdaderos vándalos,
siendo visible su filiación política en sus banderas rojas con la
hoz y el martillo.
Cabría preguntarse cómo reaccionarían las autoridades
cubanas si un número mucho menor de activistas de derechos humanos
salieran a las calles a comportarse como los manifestantes de Québec. No
cabe dudas de que serían tratados con la misma o mayor violencia, además
de ser víctimas después de unos cuantos años de prisión.
Del mismo modo, desenfrenadamente se trata de hacer propaganda acusando a
cada país que votó a favor de la Resolución condenatoria al
gobierno de Cuba. sin embargo, de los tanques chinos masacrando a centenares de
jóvenes en la Plaza de Tienamen nada supo el pueblo de Cuba, ni del
genocidio de los rusos en Chechenia. Estos son ahora los socios del gobierno
cubano.
La aprobación del texto presentado por la República Checa ha
sido un acto de justicia. Aún sin haber sido aprobada, el gobierno de
Cuba sería un violador de los derechos fundamentales de los cubanos.
Aunque no existan imágenes de manifestantes en protestas públicas,
esto sólo demuestra el temor paralizante que infunde el régimen en
la temerosa población de la Isla.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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