CUBANET .INDEPENDIENTE

10 de abril, 2001


La cuenta no da

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, abril - En el contexto de la 105 Conferencia de la Unión Interparlamentaria, efectuada en La Habana, el señor Francisco Soberón, ministro-presidente del Banco Central de Cuba (BCC), ofreció una conferencia en la cual, además de describir el estado actual de la banca cubana, presentó una versión sobre el nivel de vida de la población, de la que se desprende que los ciudadanos de la mayor de Las Antillas vivimos en el mejor de los mundos posibles, según lo publicado en el diario Juventud Rebelde el 3 de abril.

Para sustentar su hipótesis, el señor ministro señaló los precios llevados a dólares de acuerdo a la tasa oficial vigente (21 pesos cubanos igual a un dólar) de servicios que ofrece el Estado, como electricidad, gas, teléfono, agua, el alquiler de la vivienda y el valor de la canasta básica vendida en el racionamiento, los cuales realmente son bajos en comparación con los niveles internacionales.

Sin embargo, olvidó mostrar que el promedio del salario mensual en Cuba es de 249 pesos (11.86 dólares al cambio oficial). Por supuesto, se sobreentiende que amplios sectores de los trabajadores devengan salarios inferiores al promedio, incluidos varios cientos de miles que no sobrepasan los 150 pesos (7.14 dólares). La situación de los pensionados es mucho peor con ingresos promedios mensuales que oscilan alrededor de los 100 pesos (4.76 dólares).

A lo anterior debe agregarse que la canasta básica suministrada en el marco del racionamiento resulta insuficiente. Estudios realizados indican que en la priorizada Ciudad de La Habana, con un racionamiento "más generoso" que el resto del país, las necesidades alimentarias de una persona son cubiertas mediante los suministros racionados y la alimentación pública de la siguiente forma: calorías 68,0 por ciento, proteína animal 38,0 por ciento, proteína vegetal 74,0 por ciento, grasas 45,0 por ciento.

Estos porcentajes fueron calculados sobre la base del estricto cumplimiento del racionamiento establecido, lo que en la práctica no sucede con varios productos. Un ejemplo es el aceite comestible, supuestamente entregado a razón de 8 onzas mensuales por consumidor, y en la ciudad de La Habana eso sólo se efectuó en cinco ocasiones durante el 2000.

En tales condiciones, para cubrir la ración alimentaria, la población está obligada a recurrir al mercado libre, donde una botella de aceite vale 40 pesos, una libra de carne de cerdo 22 pesos, una libra de pollo 23 pesos, una libra de manteca de cerdo 14 pesos, una libra de arroz 3.50 pesos, etc. Cuando existen niños en un hogar, la situación se torna más compleja, pues al cumplir los siete años pierden el derecho al litro de leche racionada y entonces los padres tienen que pagar cuando menos 20 pesos por una libra de leche en polvo para garantizar tan vital alimento.

Con los artículos de aseo personal y limpieza la situación es crítica. Por ejemplo, el jabón de tocador y el de lavar se venden en meses alternos a razón de una pastilla por persona; la pasta dental tampoco se suministra todos los meses, por lo que para suplir las necesidades insatisfechas esos artículos deben comprarse fuera del sistema de racionamiento, en la mayoría de los casos en dólares, siendo el equivalente en moneda cubana como mínimo para el jabón de tocador 8 pesos, jabón de lavar 9 pesos, pasta dental 22 pesos. A su vez, muchos artículos, como el desodorante y la frazada para limpiar el piso, no están considerados en el racionamiento, por lo que hay que adquirirlos a precios altísimos, en la mayoría de las oportunidades en dólares.

En cuanto a las distracciones debe resaltarse que una simple cerveza de la más baja calidad cuesta 10 pesos y una caja de cigarrillos de tabaco negro 7 pesos, cantidad que muchos trabajadores no ganan en un día.

En los cálculos del señor ministro no se tiene en cuenta que el cubano debe transportarse. En 1989, un viaje en ómnibus costaba 10 centavos; actualmente, en los atestados vehículos colectivos, cuando se pueden tomar, debe pagarse como mínimo 40 centavos.

Tampoco se consideró que los cubanos tienen que vestirse y calzarse, así como que necesitan infinidad de artículos para llevar una vida digna, y todos ellos poseen precios inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos que viven de su salario.

Sin duda alguna, la cuenta del ministro-presidente del BCC no cuadra. Quizás sus asesores dejaron de brindarle la información requerida. Esperemos que en el futuro la consiga y pueda brindar a la prensa internacional una información más acorde con la terrible situación económica que padecen los cubanos.


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