Pequeños
privilegios
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - Apenas el 0,03 por ciento de la población cubana
en edad laboral puede disfrutar de las bondades que ofrecen los servicios de las
instalaciones hotelero-recreativas existentes en el país, que el gobierno
de Fidel Castro prioriza para el turismo internacional que visita la isla.
Este privilegio lo otorga el régimen de Castro a los 3,500
trabajadores que ostentan la categoría de vanguardias nacionales,
pertenecientes a más de veinte sectores adscriptos al sindicato
controlado por el gobierno, de una población económicamente activa
que a principios del año 2000 superaba los 6,6 millones de individuos, de
acuerdo a la información suministrada ese año por la Oficina
Nacional de Estadísticas.
Lo cierto es que el único plan vacacional por el que puede optar el
cubano medio es el llamado "campismo popular" que hace veinte años
le impone la dirección política del país. Este año,
según reportan fuentes oficiales, visitaron sus instalaciones alrededor
de 670 mil personas, lo que sólo representa el 10 por ciento de la
población activa.
"Por línea general -puntualiza Damián, joven trabajador y
asiduo campista- las bases de excursionismo no garantizan el transporte de ida y
retorno, las cabañas adolecen de las mínimas condiciones de
habitabilidad, la alimentación es deficiente, duchas y baños en
muchas ocasiones son comunes y faltos de higiene. De insuficientes pueden
calificarse los programas recreativos en esas instalaciones naturalistas".
Lo que sí resulta increíble e insultante es que el gobierno de
Cuba admita públicamente que a la casi totalidad de nuestro pueblo le esté
prohibido hacer acto de presencia en las playas donde se encuentren de visita
los extranjeros, hospedarse en hoteles de lujo o participar de planes turísticos
reservados sólo para personal foráneo, entre otras limitaciones
establecidas por el gobierno en la práctica.
Increíble, porque esta conducta arbitraria y exclusivista está
proscripta en el espíritu y la letra de la Constitución de la República
explícitamente contemplado en su Capítulo VI, que dice:
"Artículo 43 - El Estado consagra el derecho conquistado por la
revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de
la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a
la dignidad humana ... se domicilian en sector, zona o barrio de las ciudades y
se alojan en cualquier hotel ... disfrutan de los mismos balnearios, playas, círculos
sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y
descanso".
Insultante, porque no siempre se tiene la oportunidad de ver cómo un
gobierno es capaz de suprimir una de las constituciones más democráticas
y avanzadas, para su época, como la proclamada por la asamblea
constituyente en la Cuba de 1940, más tarde crear otra de corte
intolerante en 1976, modificarla casi dos décadas después para
ajustarla mejor a sus intereses, y violarla cada vez que se le ocurra por no
responder, en determinado momento, a su línea de conducta.
Obviamente, estos actos constituyen los pequeños privilegios que se
abrogan por derecho propio los regímenes totalitarios.
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